LA REVOLUCIÓN SERÁ SOCIAL O NO SERÁ
Hace unos ocho años tuvimos la oportunidad de conocer en directo un edificio construido en madera con estructura conformada en base a paneles de CLT . Se trataba de la casa de nuestro amigo el arquitecto Ricard Turon (www.ricardturon.com).
Además de que las reuniones en casa de Ricard siempre han sido felices, al encuentro personal, entonces se le sumó el interés profesional por conocer de primera mano un sistema constructivo del que ya habíamos oído hablar, pero que en aquel momento contaba con pocos testimonios construidos en España. Así que, poder profundizar en la obra realizada por un buen profesional como es Ricard, fue una experiencia que nos sedujo profundamente.
De este proyecto, y por extensión del empleo del CLT como base estructural, nos fascinó su claridad constructiva, la rapidez de ejecución y por supuesto, sus evidentes valores medioambientales. Podéis leer más sobre ello en «Diseño circular y madera en arquitectura, una alianza con futuro» y «Los estándares de eficiencia energética y la madera«, ambos artículos de los compañeros Bonsai Arquitectos.
Además, y dado que este texto lo estamos escribiendo en pleno confinamiento causado por el coronavirus, nos merece una especial mención la calidez espacial que proporcionan tanto la madera que queda vista como esa estructura interna de paneles contralaminados que confiere aislamiento y transpirabilidad a la vivienda.
Pero la arquitectura es, al menos, cosa de tres. Volvimos a nuestro estudio entusiasmados y convertidos a la causa revolucionaria de abandonar el ladrillo y el hormigón para abrazar la madera, pero constatamos, una vez más, que este espíritu o es compartido o no llega a ningún sitio, porque ninguno de nuestros clientes sintió la confianza suficiente como para dejarse llevar hacia un territorio inexplorado. Además de que ninguna de las empresas próximas ofreció su complicidad para zambullirse en esta nueva forma de construir. Y así ha pasado casi una década en la que la conciencia medioambiental ha ido avanzando. La emergencia climática nos está enfrentando a todos a un nuevo paradigma y cada vez más personas se sienten interpeladas por la responsabilidad de cada uno de nuestros actos. Lo cual, unido a que durante estos años ha habido arquitectos, promotores y constructores valientes que a pesar de la falta de referentes nacionales se han lanzado a la construcción de edificios con CLT, cada vez más altos y más emblemáticos, la sociedad comienza a estar preparada para asumir el cambio y confluir en el propósito de construir de forma más eficaz, sostenible y moderna.
Así que, por fin estamos desarrollando proyectos con CLT en los que el sistema estructural en madera se complementa con reflexiones proyectuales entorno al cuidado por las ventilaciones cruzadas y estratificadas, el aprovechamiento y la protección solar, el apoyo higrotérmico de la vegetación, el empleo de sistemas constructivos renovables, transpirables, reciclados y duraderos además de la aplicación de estrategias de climatización pasivas y de reutilización de aguas.
Este es el caso de una pequeña vivienda en un popular barrio de Cartagena, en la que se busca generar y aprovechar recursos tratando de alterar lo mínimo posible el medio. Para ello se ha optado por reducir la huella impermeable de la arquitectura al intervenir sobre un edificio de unos 400m2 de planta del que 300m2 se convierten en espacio para cultivar, y en el resto se proyecta una pequeña vivienda que, eso sí, busca mantener parte de la fachada original y su trazado íntegro para no perturbar la memoria del lugar.
El proyecto parte de un programa aparentemente sencillo pero lleno de exigencias funcionales que sobrepasaban, aún antes del estado de autarquía al que nos hemos visto abocados, los límites básicos del habitar urbano. Así, la vivienda cuenta con infraestructura para el cultivo, la autonomía energética, el reciclaje de las aguas, el almacenaje y la manipulación de alimentos de proximidad para un colectivo, el encuentro social, el trabajo o aficiones como la costura.
Pero volviendo a la utilización del CLT, en este proyecto la base estructural se remata con un sistema SATE en el que el aislamiento se realiza a base de corcho y el acabado con mortero de cal, manteniendo la transpirabilidad del conjunto. A excepción, evidentemente, del tramo más próximo al suelo que se resuelve garantizando la durabilidad del conjunto formando un zócalo impermeable que evita el ascenso del agua por capilaridad o el deterioro de la zona inferior de la fachada por contacto directo con el agua.
En cubierta, este interés por la coherencia constructiva nos ha llevado a confiar en el caucho reciclado como material para resolver la impermeabilización bajo un solado de material de descarte. Además, tanto en la cubierta como en la fachada a poniente, el aislamiento térmico se complementa con una estructura que permitirá la colocación de toldos y el crecimiento de plantas estacionales que proyectarán sombra sobre estos paramentos para evitar el sobrecalentamiento.
Con lo descrito hasta ahora queda evidenciado que una fórmula responsable como esta requiere que la voluntad, el proyecto, la construcción y los actos del habitar sean absolutamente cómplices. Y esto nos remite a la idea esbozada en el título, es decir, que la arquitectura es una actividad social; no solo porque todos hacemos uso de ella, sino también, porque la hacemos entre todos, aportando saberes, medios, voluntades y maneras de habitarla.
Editores del post: Maderayconstruccion
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