MIRADOR DA COVA, LA MADERA SUMA
PERTENECER
El proyecto consiste en la ejecución de un mirador para una bodega inmersa en pleno cambio generacional, guiado por un discurso que incorpora una clara reivindicación del derecho a vivir del territorio, con una visión más abierta y proyectada hacia el futuro, que atiende a la necesidad de cuidarlo también por su valor como recurso renovable compartido con el resto de agentes vivos que lo hacen posible.
El encargo de Adegas Moure requería un conjunto de espacios exteriores (parte de ellos a cubierto de la lluvia y/o en sombra) para disfrutar de la cata de los productos de bodega y de las vistas, que se completaba con una pieza de servicio abierta a modo de barra protegida, unos aseos, un almacén y una pequeña sala de catas.
El solar cuenta con amplias vistas, principalmente en el sentido de la pendiente que desciende hacia la ribera del Miño. Aquí, el meandro que dibuja singulariza el entorno, dotándole de una enorme potencia desde un punto de vista geográfico y conformando uno de los paisajes más reconocidos y reconocibles de la Ribeira Sacra, O Cabo do Mundo. Orientada por su orografía al suroeste, esta parcela situada en un entorno rural con un núcleo tradicional y un espacio agrícola intensamente trabajado, se caracteriza por los bancales de muros de mampostería de junta seca que domestican las pronunciadas pendientes generando plataformas horizontales caracterizadas visualmente por las viñas y sus tutores.
La relación entre esta transformación del suelo estable y permanente que constituyen los bancales, y la ligereza, lo cambiante, lo frágil, lo cíclico, representado por los tutores y la vegetación que los ocupa fue, desde los primeros croquis, la base de la estrategia para la concepción y el desarrollo de la arquitectura de la nueva pieza.
Una arquitectura en la que la madera se constituye en material esencial para cualificar y significar el conjunto. Su analogía con las plantas la de vid es directa. Los tutores, que en la actualidad se resuelven con aluminio o acero, tradicionalmente se resolvían en madera y, de hecho, la recuperación paulatina de esta tradición es una de las acciones enmarcadas dentro del refuerzo del enfoque sostenibilista por parte de la bodega.
ADAPTARSE
En este caso elegimos madera acetilada de pino (modificada molecularmente) porque alcanza niveles de durabilidad y estabilidad únicos en el mercado y esto nos permite no utilizar acabados con biocidas que puedan lavarse y acabar afectando a las plantaciones próximas. El mercado ofrece tablones macizos con un número limitado de escuadrías de dimensiones reducidas (secciones máximas de 75x150mm y 50x200mm), que tras los calibrados y cepillados necesarios en cada caso se reducen en más de 5mm. Esta limitación que hacía más complejo el diseño de la pieza, acompañaba y fortalecía, no obstante, las intenciones del proyecto. Desde un punto de vista estructural se implementaron diversas estrategias que nos permitieron ajustarnos a dichas escuadrías a pesar del grado de exposición a los vientos dominantes: la configuración de los pórticos se resolvió triangulada de forma que sus elementos están sometidos, en general, únicamente a esfuerzos axiles; se duplicaron los elementos más solicitados aprovechando esta situación para simplificar las uniones; esta estructura ligera se ancla al terreno mediante una losa y muros de hormigón armado. La gran rigidez aportada por dicha operación limita los desplazamientos globales.
Estos muros de hormigón también muestran en su acabado las huellas de la madera necesaria para su ejecución. El encofrado se resuelve con una cara vista de rollizos de madera de diferentes diámetros que aportan cierta vibración a todo el zócalo. Estas irregularidades favorecerán el crecimiento de las plantas trepadoras y de musgos en sus zonas menos soleadas, provocando su mimetización futura con el resto de la vegetación del bancal. También las barandillas, resueltas con malla de acero inoxidable, funcionarán como tutores para la vegetación contribuyendo a la integración de la edificación y a la mejora de sus condiciones térmicas.
La climatología y la actividad de la bodega permitía una mínima ventana de tiempo para la ejecución de la obra de aproximadamente tres meses, la definida por el final del invierno y el comienzo de la época con mayor actividad turística. Por ello se optó por una ejecución prefabricada para todos los elementos de acero y madera. Se desarrolló un modelo 3D en Cadwork que permitió cortar todos los elementos con el sistema de control numérico computarizado (CNC) y resolver en taller las uniones soldadas del acero, que va acabado con un galvanizado en caliente. Por tanto, una vez ejecutada la base de hormigón armado el resto del montaje se resolvió mediante uniones atornilladas en un plazo muy reducido y sin contratiempos.
La nueva arquitectura se implanta atendiendo a su escala, tratando no perturbar visualmente el entorno, pero no sólo. Busca a adaptarse a la orografía del terreno y alejarse de una rotundidad que pudiera denotar una actitud de distanciamiento respecto al medio.
PERMANECER
A pesar de las excelentes prestaciones de la madera utilizada, el detalle constructivo se ha utilizado de manera consciente para minimizar la clase de uso, alargando al máximo la vida útil de la construcción. Para ello se han diseñado todos los elementos y encuentros protegiendo las testas de agua mediante tablas de sacrificio, goterones y cortes inclinados; asegurando la evacuación evitando, en la medida de lo posible, superficies horizontales y curvando aristas; y garantizando la distancia mínima necesaria entre piezas, de tal forma que la tensión superficial no pueda retener las gotas de agua.
Por otro lado, la durabilidad y estabilidad propias de la madera acetilada nos ha permitido plantear soluciones singulares con las que otra madera, con una exposición a los agentes metereológicos como la que nos ocupa, fracasaría. La pieza del wine-bar se reviste con un entablado, carbonizado superficialmente, colocado en diagonal, disposición que no favorece la evacuación del agua, mientras que los remates y goterones, que habitualmente se ejecutan con chapas y/o láminas metálicas, se han resuelto en este caso, también en madera. Para la zona inclinada de la marquesina cubierta, se diseña un sistema de evacuación de aguas a modo de canales y cobijas por medio de tablas fresadas y rastreles. Se trata de guiños que singularizan la pieza y llevan al límite el diseño constructivo en madera que, por otra parte, tratamos de evidenciar en cada uno de los detalles.
La Ribeira Sacra es un territorio declarado Bien de Interés Cultural y actualmente es candidata a convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Además de su arquitectura, su paisaje, marcado por la viticultura tradicional, es uno de sus principales valores. Todas las buenas prácticas heredadas que lo han hecho posible forman parte también de ese patrimonio cultural tremendamente útil para encarar el futuro. Conceptualmente y a todos los niveles, el nuevo mirador se proyecta vinculado íntimamente a este paisaje, como una infraestructura esencial, alejada de decisiones estéticas propias de tendencias que pudieran desembocar en un envejecimiento prematuro de su capacidad comunicativa. Esta condición permitirá adaptar su uso a las necesidades que surjan con el paso del tiempo lo que, entendemos, potenciará su integración, su utilidad y, por tanto, también su cuidado.
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