CASA EN CACHÓNS. AUTOSUFICIENCIA CONECTADA.
Una casa en la aldea
El deseo de los clientes de vivir en el campo de “otra forma” les llevó a adquirir una parcela enclavada en una pequeña aldea, a plantearse su gestión basándose en principios de la permacultura y a construir en ella una vivienda unifamiliar certificada con el estándar Passivhaus. La finca, protegida del norte por un bosque de castaños y con una ligera pendiente en dirección sur, forma parte de un pequeño núcleo situado a diez kilómetros de Santiago de Compostela. Parte de sus construcciones tradicionales han sido alteradas perdiendo su esencia, pero sigue manteniendo un fuerte carácter rural.
La arquitectura predominante se caracteriza por edificaciones masivas, compactas y rematadas con cubierta inclinada de teja, y por un espacio público definido por pequeños caminos flanqueados por emparrados construidos con piedra, hormigón y alambre. La mayoría de las parcelas conservan un uso agrícola y ganadero y su aspecto está definido por la necesidad y la utilidad. Estas construcciones auxiliares, además de configurar cierres, se distribuyen por las fincas y, en muchos casos, se adhieren a las edificaciones principales matizando su escala y generando espacios de transición entre el interior acondicionado y el exterior.
La posición, la escala, los materiales exteriores, la forma y volumetría de la casa responden tanto a razones de eficacia como a su relación con el espacio y las construcciones de la aldea y con la gestión de la finca. La edificación resultante, situada en la zona más plana de la parcela, busca la orientación idónea atendiendo a las vistas, niveles de soleamiento y vientos dominantes; el volumen se distorsiona ligeramente en planta con objeto de recogerse abriéndose a la orientación sur y presentando un único hueco acristalado al norte. Al nordeste se resuelve el espacio exterior cubierto que prolonga el volumen de la vivienda y acoge el garaje, un compostero y, en un altillo, el espacio destinado a almacén-taller. Así que un único volumen quebrado pero compacto nos sirve para, desde la arquitectura contemporánea, establecer un diálogo respetuoso con lo preexistente y acoger una serie de usos que van más allá de los espacios propiamente vivideros para constituir una nueva casa de aldea.
El estándar Passivhaus y la madera
El estándar Passivhaus se centra en garantizar un bajo consumo energético durante la vida útil del edificio, hasta el punto de evitar la necesidad de un sistema calefacción o refrigeración. Para conseguirlo utiliza altos niveles de aislamiento y estanqueidad en todos los cerramientos (evitando o minimizando los puentes térmicos), ganancia solar a través de los vidrios (unido a una protección solar para evitar el sobrecalentamiento) y renovación continua de aire con recuperación de calor. Pero no tiene en cuenta el gasto energético y el impacto medioambiental de su ejecución en lo que se refiere a los procesos y a los materiales empleados. En este caso la búsqueda compartida con los clientes de un planteamiento que atendiera a criterios sostenibilistas para todo el proyecto provocó que el material fundamental para la construcción de la vivienda fuese la madera.
El uso de la madera, un material de origen natural con gran capacidad aislante, es el mejor aliado para alcanzar las exigencias de ahorro energético de un edificio de consumo casi nulo en todas sus fases. Además, sus características permiten resolver soluciones ajustadas a circunstancias concretas con pequeñas empresas y materiales de proximidad; dependiendo de la industria únicamente para aquellos productos que permiten un salto cualitativo y/o cuantitativo en materia de durabilidad o eficiencia.
La escasa resistencia mecánica del terreno hizo que optáramos por una losa de hormigón armado para la cimentación. Una solución que permitió colocar un aislamiento continuo de poliestireno de alta resistencia junto una lámina antitermitas por su cara inferior hasta la base de las estructuras verticales, resueltas con entramado ligero de madera. La configuración de este sistema estructural permite incorporar espesores altos de aislamiento térmico (y acústico) ajustando el grosor de todo el cerramiento. La posible consideración de puentes térmicos de las escuadrías del entramado se evita con un aislamiento rígido de fibra de madera continuo por la cara exterior, que sirve de base para la sujeción de la subestructura de madera a la que se fija el revestimiento (entablado de madera de pino termotratada o teja cerámica plana).
Esta solución, junto con la incorporación de láminas transpirables, cintas de sellado y la utilización del tablero Superpan Tech P5 (Finsa) como plano diafragma del entramado, permiten un control adecuado de la trasmisividad del vapor de agua a través del cerramiento evitando las condensaciones intersticiales, que afectarían tanto a la durabilidad de la subestructura interior, de escuadrías de madera de pino, como la pérdida de capacidad aislante de la lana de roca dispuesta entre ellas.
Escala precisa
Las altas prestaciones que reclamaban los clientes iban acompañadas de una acertada intención de ajustar las dimensiones de la vivienda para adaptarse al presupuesto disponible. En planta baja, la vivienda se limita casi a los mínimos exigidos por la normativa de habitabilidad para un programa de salón-cocina-comedor, dos habitaciones, un pasillo-vestidor y un aseo. Los espacios vivideros se disponen en planta abiertos en abanico a sudeste-sur-suroeste La geometría de la planta permite una distribución eficaz, perspectivas diagonales de varios espacios concatenados y un aprovechamiento adecuado de la luz natural a lo largo del día. Arriba, en el bajo-cubierta, un espacio sin nombre, con luz natural a ras de suelo sirve como espacio abierto que sugiere diferentes usos que puedan ir transformándose a lo largo del tiempo. La ajustada altura libre de este espacio colabora en la compacidad de la edificación permitiendo alcanzar una forma con una buena relación entre la superficie de la envolvente, la superficie habitable y el volumen interior climatizado. Como complemento a toda esta estrategia de ahorro energético, la vivienda se “desahoga” con diferentes espacios no calefactados, acristalados por completo o protegidos de la lluvia y/o del soleamiento.
En cuanto a la construcción, el entramado ligero del cerramiento vertical se prefabricó por tramos en una pequeña carpintería cercana y se colocó con un pequeño camión-grúa. En el mismo taller se fabricaron las carpinterías para las que se usó cedro rojo por ser una madera con una durabilidad adecuada para este uso y clima y contar con alta capacidad aislante debido a su baja densidad. Se fabricaron con unas fresas que permiten desarrollar una sección del marco que permite alojar un grosor total del acristalamiento de hasta 50mm. La precisión requerida para la fabricación, colocación y sellado de todos los elementos constructivos, algunos de ellos ejecutados directamente en obra como consecuencia de su geometría, no constituyeron una dificultad especial para operarios acostumbrados a desarrollar trabajos singulares de rehabilitación en madera.
Así que, el objetivo de alcanzar tan alta calidad constructiva en una escala tan pequeña requiere de un control de todo el proceso de diseño, desde el proyecto a la puesta en obra, algo que, en un caso como este, fue posible gracias a la construcción en madera.
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