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MADERA: LAS NUEVAS PUESTAS EN OBRA

Imagen de portada: Montaje de la primera planta de CLT en una vivienda en Sant Joan de Mediona sobre muros de termoarcilla rectificada. Arquitectura: Amomicasa y Nook Architects. Fotografía: Joan Cortés.

Cuando técnicos y constructores nos enfrentamos a la ejecución de una obra de madera, debemos tener en cuenta algunas características del material y del proceso constructivo que hacen que nuestras prioridades sean diferentes a las de una obra de materialidad mineral. Un constructor especializado en obras de madera y un grado de prefabricación elevado harán más sencillo nuestro trabajo pero es muy probable que por la incorporación paulatina de la madera en el panorama constructivo español, muchos arquitectos, aparejadores y jefes de obra deban planificar sus óperas primas de madera basándose exclusivamente en su experiencia previa tradicional. En este artículo comenzaremos a repasar una serie de conceptos clave que podrán hacerles evitar unos cuantos inconvenientes en sus obras.

Precisión informática

La construcción con madera permite un grado de exactitud dimensional muy poco usual en la construcción mineral. Eso es así porque la madera se puede serrar a medidas exactas, porque la prefabricación permite trabajar en taller en óptimas condiciones y principalmente porque, desde hace ya muchos años, la carpintería estructural ha incorporado la tecnología CAM (Fabricación Asistida por Ordenador en sus siglas en inglés) y BIM (Modelado de Información de Construcción). Mediante esta tecnología, la producción de un edificio de madera comienza por el volcado de la información arquitectónica en un modelo tridimensional que, a la vez que se utiliza para verificar los esfuerzos estructurales a los que está sometido, también se utiliza para identificar cada pieza del puzle constructivo y la mecanización necesaria para su producción mediante maquinaria de control numérico. Podríamos decir que por primera vez nos estamos acercando a la “máquina de habitar” que Le Corbusier soñara hace casi un siglo. La eficiencia que imaginara este genio para la vivienda y la construcción es hoy posible gracias a las impecables envolventes térmicas que se consiguen en madera y que se producen tan calibradamente como un automóvil, donde el margen de error no llega al par de milímetros.

La incomprensión entre los milímetros y los centímetros

En un automóvil, el contacto con el suelo pasa por el rozamiento del caucho de sus ruedas en movimiento. En cambio, en un edificio, el terreno se convierte en la extensión del mismísimo objeto construido y los cimientos garantizan el sistema de equilibrio que consiguen hacer del objeto habitable, un inmueble. La línea de contacto entre la obra húmeda y la obra seca es el primer reto al que deberá someterse un edificio de madera. Allí se concentrarán unas cuantas preocupaciones de obra y, según como se resuelvan, quizá también algunas patologías, retrasos o sobrecostes. Esa línea de contacto también constituye el encuentro de dos mundos que se miran con disimulada desconfianza: lo prefabricado y lo in-situ, lo rápido y lo lento, lo programado y lo imprevisto, lo tecnológico y lo tradicional, lo atornillado y lo adherido, lo vegetal y lo mineral. Aunque algunos digan que no existe, la mirada incomprendida entre un carpintero y un albañil a veces es tan grande como el cero que separa al milímetro del centímetro.

Grados de prefabricación en edificios de madera. Imagen: Federico Pesl.

Más o menos obra húmeda

La madera incorporada en la construcción puede consistir en una sencilla cubierta con aguas, puede incluir algunos forjados de las plantas superiores, puede incluso resolver las fachadas y hasta puede constituir la totalidad del edificio, dejando normalmente la cimentación para ser resuelta en hormigón armado. Los factores que afectan a la proporción de madera en una obra suelen estar condicionados por la necesidad de contener tierras, o por preexistencias de partes del edificio o por la voluntad proyectual de utilizar otras materialidades. Cada casuística particular dibujará una línea de contacto entre la obra vegetal y la mineral que se debe planificar con atención. Además de contar con muy buenos detalles constructivos para las zonas de transición, será fundamental estudiar la secuencia constructiva de cada industrial que intervenga, para optimizar el plazo total de obra y garantizar la protección de la madera. Quienes hemos sufrido la suspensión de las obras por la pandemia de la COVID-19 sabemos lo que significa abandonar una obra a su suerte de un día para el otro y hemos aprendido la lección de que debemos ir siempre sobre seguro, sólo aceptando un planning realista que nunca deje sin proteger una cubierta ni abierto un hueco en fachada. Justamente esa necesidad de fiabilidad es la que invita a resolver la totalidad de los edificios con la misma tecnología. Cuando nos acostumbramos a los milímetros y a la prefabricación es tentador hacer los esfuerzos de diseño para que la obra húmeda se reduzca al mínimo. En cualquiera de los casos, es imprescindible incorporar un levantamiento topográfico en la fase de obra húmeda previo a la llegada de la madera. De esta manera se podrá ajustar su fabricación a las irregularidades de la obra artesanal. 

Hormigón y cerámica vista son la base de la vivienda de CLT en Mediona. Arquitectura de Amomicasa y Nook Architects. Fotografía: Rubén Berenguer.
Casa Sant Julià en La Floresta cimentada sobre pilotes metálicos. Arquitectura de SaizVerdoux Arquitectos. Fotografía de Juan Carlos Quindós.

Dos casos prácticos

Junto a Nook Architects, en Amomicasa estamos construyendo una casa de CLT apoyada sobre una primera planta de termoarcilla rectificada y vista. Es el caso concreto de una empresa constructora local que se vuelca por primera vez en la construcción con madera y donde nuestro reto como dirección de obra consiste justamente en hacer funcionar una tecnología innovadora sobre las bases de la experiencia y el know-how de una empresa tradicional. En cambio, como paradigma de la eliminación de la obra húmeda podemos encontrar la galardonada casa Sant Julià del estudio de arquitectos Saiz y Verdoux, en la que no se utilizó hormigón. Construida por la empresa Egoin, es una casa cimentada sobre pilotes helicoidales de acero y donde el pino radiata del interior y el alerce del exterior reposan delicadamente sobre esta cimentación de bajo impacto ambiental. 

La nueva puesta de bandera

A partir del momento en que la madera llega a la obra y en especial si queda completamente vista desde el interior (como es el caso de los ejemplos citados) debe comenzar una secuencia de tareas ininterrumpidas hasta conseguir el preciado hito de cerra la envolvente del edificio. Con estructuras de madera montadas en tres días, es el momento del cierre de la obra el que podría reemplazar aquel de la tradicional comida por la puesta de bandera.

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