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LA CASA DEL ÁRBOL

Si echamos la vista atrás, y rebobinamos hasta nuestra más tierna infancia, recordaremos cómo nos gustaba utilizar cualquier cobijo para reconvertirlo en una casita. Podía ser un refugio para nosotros solos o para compartir con amiguit@s; lo importante era la escala del mismo.

Las medidas, intuitivamente, se adaptaban a nuestro tamaño y era ahí donde encontrábamos un espacio para jugar y, sobre todo, para soñar.

La arquitectura, a su manera, se hacía presente y daba rienda suelta a nuestra parte más curiosa y vital.

Esta pequeña “casita de los niños”, podía estar ubicada en un interior o en un exterior; y algunos suertudos no solo la tenían al aire libre, sino que estaba construida, aunque fuera de aquella manera, en un árbol. En este caso, cuatro maderas y alguna lona podían ser más que suficiente para que dicho habitáculo fuera la envidia de tod@s.

Así, en nuestros primeros pasos, el mito de la casa en el árbol, fue alimentado por multitud de imágenes en dibujos animados, como por ejemplo Pepa Pig, e incluso películas míticas como Tarzan.

Fotograma de los dibujos animados Pepa Pig (ver vídeo).

Fotograma de la película La Leyenda de Tarzán.

Casa y naturaleza

Por otro lado, no hay que olvidar la potencia que tiene el árbol, más allá de sus bondades físicas. El árbol es un símbolo, un arquetipo, y como bien apuntaba nuestro admirado Louis Kahn un bastión junto al que pudo comenzar el concepto de enseñanza como tal: “(…) Todo el sistema escolar derivado de su comienzo no habría sido posible si el comienzo no hubiera estado en armonía con la naturaleza del hombre. Además, se puede afirmar que la voluntad de ser de la escuela existía ya antes que la circunstancia del hombre bajo el árbol” (ver cita completa aquí).

Es más, como bien sabemos desde que leímos “El árbol generoso” de Shel Silverstein, el árbol nos lo da todo y siempre podemos contar con él.

“El árbol generoso” de Shel Silverstein

A su vez, Jaume Prat nos recordaba no hace mucho, en este mismo blog, que el comienzo de la arquitectura está totalmente ligado al mito de la cabaña primitiva:

“los primeros moradores construyeron un techo (un refugio) en el bosque donde podían vivir en armonía con la naturaleza. La sucesión de estos refugios dio la ciudad. Su sofisticación dio la cultura. Los arquitectos tendemos a querer dibujarlo todo: nuestra imaginación tiene más que ver con hacer cosas con las manos que con la vista. Se imponía representar esta Cabaña Primitiva, y cada una de estas representaciones es un proyecto interesante, relevante e influyente de arquitectura. La suma de todos ellos ha mantenido ocupados a generaciones enteras de arquitectos investigando de una manera o de otra un retorno al origen. (…) ”

Extracto de LA CABAÑA PRIMITIVA ERA DE MADERA 1_2

Sin embargo, esta relación tan estrecha entre casa y naturaleza se va diluyendo y la mayoría de viviendas de nuestras ciudades olvidan la importancia de la naturaleza y rinden pleitesía al asfalto y la contaminación. Los arquitectos también hemos sido presa de los cantos de sirena de arquitectura más dura de lo que sería deseable.

Con esto no estamos diciendo que lo ideal sea vivir en un árbol; sería un planteamiento totalmente ingenuo e incluso irresponsable. Lo que sí afirmamos es que, como hemos abordado en varios post, nuestras ciudades, más allá de maquillajes sostenibles, necesitan una nueva relación con la naturaleza.

Casas curiosas en árboles

Pero en el post de hoy, sí que nos vamos a permitir echar un vistazo a construcciones curiosas que surgen en los árboles y que, por diferentes causas, se llevan a cabo. Estas razones pueden ser desde lo más trivial y lúdico, hasta lo más comprometido.

Nos abstendremos de rescatar las viviendas entre árboles o incluso las que abrazan algún árbol, que podría ser buen material para otro post.

Muchos de los ejemplos de casa-árbol se justifican como planteamientos sostenibles, lo cual no deja de ser cuestionable, pues, si nos ponemos estrictos, la mejor manera de ser sostenibles es no construir y, además, desde un punto de vista del paisaje, construir en un árbol no deja de ser dudoso.

Pero, más allá de esta apreciación, vamos con unas cuantos ejemplos que esperamos sean de tu interés.

No podíamos comenzar esta selección sin hablar de estas espectaculares construcciones que la tribu korowai realizabas en lo más alto de los árboles. Algunas de ellas a más de 30 metros de altura.

Se trata de viviendas que acogen a familias con más de 10 personas y las protegen de los temibles mosquitos que se encuentran a ras de suelo. También es muy útil su elevación para evitar problemas de inundaciones o con animales depredadores.

Casa en el árbol de la tribu canibal korowai de Papúa Nueva Guinea, Oceanía.

Por otro lado, una de las “casas en árbol” que nos gustaría rescatar es la plataforma a 60 metros de altura de la activista ambiental Miranda Gibson. Nuestra valiente joven estuvo durante 10 meses viviendo en un eucalipto en un intento por proteger la vida de un bosque en Australia.

El récord mundial de activismo en un árbol lo ostenta Julia Butterfly Hill, quien se quedó dos años sentada en un bosque de secuoya. El resultado es que el árbol, llamado Luna, fue salvado por Julia y la compañía que se disponía a talarlo tuvo que cambiar su plan original.

Miranda Gibson en su “casa-árbol”.

Pero, como ya adelantábamos, los motivos para encaramarse a un árbol, pueden ser de lo más loables como las activistas anteriores, hasta mucho más lúdicos o comerciales.

En este sentido, rescatamos la Casa-Nido diseñada por los diseñadores japoneses Nendo.

Se trata de una construcción que sirve tanto para pájaros como para personas. Por un lado, tenemos 78 casitas para pájaros y, por otro, el habitáculo para humanos quienes por pequeñas aberturas pueden ver a las aves sin molestarlas.

Casa Nido en Nagano, Japón.

Pero si nos centramos en verdaderas casas – árbol, tenemos que traer a primer plano la construcción que el joven carpintero, llamado Joel Allen-Whistler, construyó en la ciudad de Whistler en Canadá.

Se trata de un carpintero autodidacta que comenzó construyendo pequeños utensilios y se fue viniendo arriba hasta construir la casa que tenéis a continuación. Antes de lanzarse a la construcción nuestro amigo se hizo su 3D y su maqueta para tener todo más o menos controlado.

Eso sí, no tenemos ni idea de cómo está el tema de la propiedad, permisos y demás legalidades del asunto; pero, es posible que no esté manga por hombro.

La casa en el árbol de Joel Allen-Whistler en Canadá.

Vídeo de la casa:

Aun con todo, por mucho que nos empeñemos, quienes mejor construyen en los árboles no somos los humanos; los verdaderos artistas son determinados pájaros. Siguiendo esta idea nos encontramos con este hotel en Harads, Suecia, con varias habitaciones suspendidas en los árboles con forma de nido. En esta ocasión, más allá de lo atractivo de la imagen, nos tememos que se trata de un tema más formal que otra cosa. Bien distinto sería entender cómo construyen determinados animales y copiar el fondo de ello -y no la forma- o incluso incorporar una fachada bioreactiva con algas con el propósito de producir biogás para generar energía en un edificio (IBA de Hamburgo).

Hotel en Harads, Suecia

Y ya para terminar esta pequeña exposición, nos vamos con el complejo hostelero de lujo ubicado en Hapuku Lodge, -casas/habitaciones ubicadas en una granja de ciervos en la Isla Sur de Nueva Zelanda-. Las cinco construcciones, ancladas a 30 pies de altura en lo alto del bosque de Manuka, tienen unas vista de morirte sobre la cordillera de Kaikoura.

Las casas están construidas con chapas de cobre y madera de la zona para causar el menor impacto posible.

The Hapuku Lodge & Tree Houses – Kaikoura, Nueva Zelanda

Como vemos, el hecho de construir en los árboles da bastante juego y responde a una necesidad que se da en diferentes periodos de la historia y en distintas culturas.

Este post sólo reúne unos pocos ejemplos de casas en árboles, pero a nada que te interese el tema, encontrarás muchas más referencias (ver aquí).

En fin… que, aunque cumplir nuestro sueño de la infancia de vivir en una casa en un árbol sea un tanto complicado, no lo es tanto pasar un fin de semana encaramado en un árbol, como proponen muchos hoteles como este en las afueras de Madrid.

A buen seguro una excursión placentera tanto para l@s más pequeñ@s de la casa como para los mayores.

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Editores del post: Maderayconstruccion

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