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LOS GRANEROS EN EL CAMINO. EL HÓRREO CÁNTABRO Y EL ESPACIO ENTRE ESPACIOS (III)

Hórreo en Cosgaya, Cantabria (2007) © David Casado | Fuente: wikipedia.org

Continuando nuestro peregrinaje desde el Atlántico a los Pirineos, a travesamos la Cordillera Cantábrica, y nos encontramos de nuevo con unas construcciones familiares, pero con ligeras variaciones (propias de cada región) y/o “transformaciones”, cuya función original una vez más fue el almacenamiento1 y conservación de productos agrícolas, los hórreos.

Pequeña construcción con cubierta a dos aguas, siendo este tipo el más característico de Cantabria, diferente del típico asturiano que presenta la cubierta a cuatro aguas, del que también hay ejemplares en Liébana. Su función era guardar las cosechas, preservar el grano de los ratones y secar o madurar los frutos y hortalizas. Situados cerca de las viviendas o en la huerta, fueron abundantes en esta comarca”.2

La presencia de hórreos en Cantabria se ha mantenido en ciertas regiones, especialmente en los valles occidentales limítrofes con Asturias, León y Palencia, siendo considerados como elementos simbólicos del paisaje cántabro. Aunque indudablemente pertenece al ámbito de la arquitectura popular, el hórreo es una pieza autónoma, que se rige por sus propias leyes.

Este objeto autónomo de singularidad inherente, que destaca por su independencia y su lógica interna de materialización, pues no está sujeta a las influencias del contexto arquitectónico. Se puede observar que no se aprecian trasvases o influencias entre territorios alejados, y en cuanto a los métodos y técnicas empleados en la construcción de hórreos raramente se utilizan en la fabricación de las partes más livianas o basadas en madera de las edificaciones tradicionales, excepto en casos extremadamente raros, como la construcción de un cuerpo voladizo para un cerramiento opaco.

Pero sí que podemos afirmar, que existe un punto en común en todos los casos estudiados, y es que dentro de los limitados recursos de la economía tradicional, la madera destaca como la opción más adecuada para la construcción de hórreos, ya que sus propiedades se ajustan a las características únicas de esta estructura, que difiere notablemente del resto de inmuebles del entorno circundante. Entre las características esenciales para esta pieza singular, son:

• Buena eficacia estructural.

• Capacidad para resistir razonablemente una amplia gama de esfuerzos: compresión, tracción,

torsión, etc.

• Ligereza

• Posibilidad de elaborar multitud de piezas de formas diversa (masivas, lineales, placas, etc.)

De entre todas las propiedades de este noble material, el principal escollo a salvar es la durabilidad de la madera, que es muy variable, según sea la especie, uso, tratamiento, etc. En el caso del hórreo las condiciones son difíciles por su exposición a los diversos agentes biológicos y climatológicos. Entre el elenco especies disponibles, el roble3 es la más empleada pues aúna que con diferencia la madera más apropiada y una de las especies autóctonas, en concordancia con estos factores, es por tanto la utilizada principalmente de forma sistemática. En un nivel muy secundario también se recurre al castaño en zonas donde prolifera esta especie.

Aunque Cantabria esté fuera de la zona de proliferación4 tradicional de hórreos, se han conservado numerosos ejemplares, influenciados por la estructura de propiedad5 de la tierra en la región noroccidental de la península ibérica. A lo largo de la historia, se documenta su presencia desde el medievo6, asociados a grandes propiedades monásticas y señoriales, extendiéndose por toda la región. A pesar de las transformaciones, los hórreos aún se conservan aunque en menor número y con adaptaciones modernas,7 representando un elemento importante de la identidad cultural cántabra.

El Hórreo de Pido fue construido hacia el siglo IX ya que se encuentra documentado en el Cartulario del Monasterio de Santo Toribio de esa época. Actualmente se encuentra en el Museo Etnográfico de Cantabria© Miguel Angel de Arriba | Fuente: museosdecantabria.es

Estudio previos del hórreo cántabro

Los hórreos cántabros son estructuras arquitectónicas de gran interés que han sido objeto de estudio por parte de varios expertos, entre ellos el arquitecto Javier Riancho y Alfonso de la Lastra Villa.8 Riancho, en su trabajo de 1945, presenta un análisis inicial que, aunque carece de un enfoque sistemático, proporciona información sobre características generales y detalles decorativos de los hórreos, principalmente de las poblaciones de Pido y Anievas. Destaca la similitud con los hórreos asturianos y vizcaínos, aunque sugiere una mejor composición general para los cántabros.

Por otro lado, Lastra Villa, en sus trabajos de 1986 y 1992, también aborda el tema de los hórreos, destacando su importancia en la arquitectura cántabra y haciendo énfasis en el estilo clásico de estas estructuras. Ambos autores muestran un interés por encontrar un estilo propio de hórreos en Cantabria, aunque omiten mencionar los hórreos lebaniegos y otros dispersos por la región. Además, se mencionan otras publicaciones que han tratado este tema desde diversas perspectivas, como la relación con la arquitectura rural y la conservación de estas estructuras. Investigaciones más recientes, como las realizadas por Javier Marcos y Lino Mantecón en 2010, han contribuido al inventario de bienes inmuebles etnográficos en áreas específicas de Cantabria, demostrando el continuo interés por comprender y preservar el patrimonio arquitectónico de la región.

Hórreo de Villasuso | Fuente: Kobie. Antropología Cultural 15, año 2011

Se alzan sobre cuatro pilastras troncocónicas de piedra y más generalmente de madera de roble o castaño, rematados con grandes losas de piedra, sobre las que apoyan vigas de madera; los cerramientos laterales son de maderos verticales, y sobre ellos la cubierta, generalmente a dos aguas. Al frente, un gran hueco enmarcado por pilastras de madera que sostienen el frontal; este frontal y pilastras están labrados y decorados con los elementos característicos de los aleros y arcones y sobre el primero van labrados casi siempre una leyenda y la fecha. Una de estas inscripciones decía: ‘Esta vida es de penas y dolores, hacer obras buenas para ganar la eterna; Jesús, María y José. Año de 1652’ . Están divididos generalmente en cinco compartimientos: uno de entrada, abierto, a modo de portal, con dos pequeños, y otros dos más grandes, alargados, al fondo. Todos se apoyan sobre cuatro pilastras o postes, y en los alargados la parte delantera, portal y pequeños compartimientos de la entrada, vuela apoyada sobre las dos vigas laterales. La escalera exterior es de piedra y siempre doble, terminando en una meseta casi un metro más baja que el suelo del hórreo”.

Javier González-Riancho9

Hórreo de Villasuso | Fuente: Kobie. Antropología Cultural 15, año 2011

De entre todos los estudios realizados cabría destacar los realizados por Gustav(o) Kraemer Koeller,10 que en 1953 se asiente en el ayuntamiento lebaniego de Camaleño. Este biólogo alemán es una figura de enorme relevancia pues además de sus actividad empresarial, se une su vocación académica (académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1976) a su labor como prestigioso conservador y restaurador del patrimonio cultural, realizando importantes investigaciones científicas, numerosos informes técnicos e innumerables operaciones de conservación del patrimonio cultural, destacándose en la defensa contra las termitas en el Monasterio del Escorial, motivo por el que el Ministerio de Justicia le ofreció la nacionalidad española en 1960. Si bien aquí nos interesa especialmente su investigación y conservación de hórreos dirigiendo la restauración de varios de ellos, pues son el germen del interés y preservación de esta arquitectura popular.

Por tanto podríamos definir de forma esquemática que el hórreo cántabro, al igual que es una construcción aérea, generalmente de planta cuadrada, que se levanta sobre cuatro pilares de madera de roble (demoniados pegollos), sobre los que se asienta la estructura o cámara de madera resguardada con una cubierta a dos o cuatro aguas de teja árabe, al cual se suele acceder mediante una escalera independiente de piedra situada frente a la entrada de la cámara. Dicha cámara puede tener una o varias estancias, según las necesidades. Así lo recoge Sergio Martínez Martínez

En el municipo de Pesaguero (comarca de Liébana) existen dos hórreos, uno en Avellanedo y el otro en Valdeprado. Ambos presentan cubierta a dos aguas, lo que les acerca al tipo de hórreo leonés, separándoles del tipo de hórreo astur-gallego con cubierta a cuatro aguas y que viene a ser el común en otros lugares de Liébana; como ejemplo, el de Mieses, trasladado desde desde Las Ilces, en Camaleño (24)”.11

En Liébana, también era habitual encontrar otro tipo de granero integrado en las viviendas, conocido como bargareto. Este espacio, construido en madera y cubierto con tejado de teja árabe, sobresalía de la fachada de la casa. Aunque antes eran comunes, hoy en día son extremadamente raros. Tanto los hórreos como los bargaretos servían para proteger la cosecha agrícola de la humedad y los roedores.

El hórreo, un artefacto desmontable

Cuando pensamos en un hórreo, lo imaginamos como una estructura exenta, con una cubierta inclinada, apoyada sobre una sencilla estructura, y unas escaleras independientes para acceder a él. Esta representación claramente muestra las partes esenciales y forma la imagen arquetípica del hórreo.

Este enfoque se puede trasladar al ámbito técnico, definiendo al hórreo como un conjunto de piezas de una arquitectura «industrializada» o mecano debido a su tamaño, similar a un juego de construcción que se ensambla manualmente y se fija mediante tornillería y/o adición de piezas especializadas. Este conjunto de piezas, claramente identificadas con funciones específicas pues no son intercambiables,12 permite la creación de un cuadro taxonómico que abarca todas y cada una de las partes que componen cualquier hórreo de madera, conformando así un manual de montaje completo. La consideración del hórreo como bien inmueble susceptible de desmontado ha permitido el traslado por necesidad o venta del artefacto en otro emplazamiento.

Hórreo en Villasuso. Planta y vista lateral | Fuente: Kobie. Antropología Cultural 15, año 2011

Los hórreos se erigen sobre pilares, de madera o piedra, troncopiramidales conocidos como pegollos, elevándose aproximadamente a un metro y medio del suelo, cuyo número varia entre cuatro o seis soportes. Esta elevación crea un espacio que resguarda el granero de la humedad, y que además los agricultores usaban para almacenar el carro y/o herramientas agrícolas. Entre los pegollos y las vigas se colocan grandes losas o piedras pulidas, llamadas muelas, para evitar la entrada de roedores. La escalera de acceso al hórreo, hecha de peldaños de piedra, se separa ligeramente de la estructura principal por la misma razón. Las paredes del hórreo están compuestas por tablas dispuestas sobre vigas de roble. La cubierta puede ser a dos o cuatro aguas, siempre con teja árabe.

Con toda seguridad, la separación del suelo es la característica capaz por sí sola de representar un hórreo de forma esquemática. Invitado a dibujarlo, un niño trazaría sin duda una casita levantada sobre cuatro patas. Cuestiones funcionales aparte, la elevación tiene además un indudable contenido simbólico. Subir es sinónimo de enaltecer, de resaltar, de destacar el valor de aquello que se atesora en ese singular”.13

El hórreo, al igual que otras construcciones populares, se caracteriza por su enfoque eminentemente práctico. Su diseño responde únicamente a necesidades funcionales básicas, sin adornos innecesarios o motivos decorativos. Aunque único en la arquitectura popular, y construido por profesionales especializados, no se utiliza para transmitir signos representativos o icónicos, alineándose así con otras estructuras auxiliares comunes.

El hórreo cántabro y sus tipologías

Según los estudios existentes, no existe a día de hoy una clasificación tipológica clara por lo que nos tomamos como referencia la expuesta por Joaquín González Echegaray, Virgilio Fernández Acebo y Carmen Pérez Martínez, basándose en criterios como el tamaño, la estructura constructiva y el tipo de cubierta. Se identifican cuatro tipos principales de hórreos:

• Paneras: Este tipo se caracteriza por su tamaño mayor, generalmente de planta rectangular, con seis o más pilares. Se destaca la presencia de una panera en Cades con seis pilares, y otra en Puente Arce con ocho pilares, esta última de origen asturiano.

• Hórreos con cubierta a cuatro aguas: Estas estructuras suelen tener planta cuadrada o rectangular y cuatro pilares, aunque algunos pueden haber sido reforzados y contar con seis pilares. Se conservan 13 hórreos de esta modalidad en diferentes localidades de Cantabria.

• Hórreos con cubierta a dos aguas: Son rectangulares o cuadrados, con cuatro pilares y una distribución habitualmente simétrica. Esta tipología es común en pueblos como Anievas, Quintana de Toranzo y Belmonte. Se han conservado siete ejemplares de este tipo en la región.

• Hórreos sin pilares o parcialmente sin ellos: Estas estructuras se apoyan en paredes de piedra que cierran el vano inferior, manteniendo el cuerpo superior de madera. Algunos ejemplos incluyen los hórreos de Casar de Periedo y Liendo, este último con influencia pirenaica.

Además de la clasificación estructural, se observa la presencia de elementos decorativos en algunos hórreos, como círculos con geometrías hexagonales u octogonales, cordelerías, columnas salomónicas, rótulos con frases religiosas y símbolos cristianos. Estas decoraciones, aunque no son comunes en la mayoría de los hórreos conservados, reflejan la influencia histórica y social en la arquitectura rural de Cantabria.

Fuente: Kobie. Antropología Cultural 15, año 2011

El hórreo cántabro y sus elementos decorativos

La ornamentación de elementos o partes, aunque no son comunes en todos los hórreos sí están presentes, incluyen decoraciones talladas en bajo relieve sobre la madera de la viga superior de la cara frontal y a veces en las jambas de la puerta. Estos elementos figurativos son composiciones y geometrías simples, tales como círculos con geometrías hexagonales u octogonales, cordelerías, elementos verticales similares a columnas salomónicas, rótulos con frases de contenido reflexivo o religioso y símbolos cristianos como cruces o cálices, entre otras. Estas decoraciones sugieren una posible vinculación con instituciones religiosas o familias relevantes propietarias de importantes terrenos agrícolas.

Si bien la mayoría de los hórreos han llegado hasta nosotros son de una austera funcionalidad y ausencia de elementos decorativos debido a su función agrícola y a su posterior adquisición por clases populares, algunos ejemplares más longevos muestran una mayor riqueza decorativa, posiblemente relacionada con su origen y propietarios iniciales con mayor poder adquisitivo. Se destacan casos específicos de hórreos con decoraciones excepcionales, como el desaparecido hórreo de Belmonte y el de Casar de Periedo, cuyas decoraciones sugieren una maestría propia de profesionales destacados. La preservación de estos elementos decorativos es importante, ya que constituyen un valioso patrimonio cultural que refleja la tradición local y la historia del lugar.

Rehabilitación de hórreo de El Otero, en el Concejo de Espinama, en Liébana, Cantabria. © Gabino Santos Briz | Fuente: espinama.es

El hórreo cántabro, hoy

“Ahora ya sólo guarda los «trastes» viejos de la casa, confiesa al periodista un extrovertido septuagenario de Pido, en las alturas de Liébana, propietario de un airoso bargareto que tiene como fondo las cresterías imponentes y cercanas de los Picos de Europa. Dice el hombre que ningún otro granero de la comarca ha hecho funcionar más el objeto de las cámaras del turismo ínternacional .«Cuando yo nací-hace setenta y cinco años ya-, el «horreu» estaba aquí, en su sitio»”.13

Como ocurre en muchos casos con otras arquitecturas populares, la desaparición de estas construcciones estaría principalmente vinculada a la aparición de los primeros electrodomésticos,

así como la creación de la de los espacios de almacenaje en las viviendas (como, por ejemplo, la solana o el desván) pero ¿es su destino ser un vestigio del pasado o bien pueden conservarse de la mejor forma posible, dándoles un nuevo uso para que no queden en el objetivo de una cámara, smartphone o una RRSS?

Si bien la primer paso está dado, pues el gobierno de Cantabria promulgó la Ley 11/1998, de 13 de octubre, de Patrimonio Cultural, y secundado recientemente por otras como el Ayuntamiento de Anievas14 que ha propuesto liderar la recuperación del hórreo cántabro, del que apenas quedan ya vestigios en la región. Para ello tras la recuperación y reconstrucción de un hórreo en Cotillo, ahora ha reunido a expertos de Cantabria y Asturias para poner en valor «una parte fundamental del patrimonio regional».

Notas:

1. Ya en época romana en el norte de Hispania, autores como Marco Terencio Varron (116-27 a. C.), Plinio el Viejo (23-79 d. C.) y Columela (siglo I d. C.), hacen alusión a ciertos almacenes de madera que sugieren la idea de hórreo.

2. Texto recogido en el panel informativo a la entrada del pueblo de Avellanedo de municipio Pesaguero (Cantabria). En arteconhistoriacantabria. Disponible en https://arteconhistoriacantabria.blogspot.com/2017/01/horreos-en-cantabria.html (Última consulta marzo 2024)

3. “Las maderas utilizadas con mayor frecuencia fueron: el roble (por su excepcional resistencia a la humedad) especialmente en las vigas y otras partes de las viviendas, así como para los arcones; el haya para marcos, ventanas y suelos; el chopo para los cierres y el castaño y el nogal para los muebles”.

Publicaciones del Instituto de etnografía y folklore «Hoyos Sáinz» vol. xv (Santander: Centro de Estudios Montañeses, 2011), pp. 136-137 Disponible en https://www.valledeliebana.info/bvl/files/original/820d77d29fe9ad5355db0d9b72ec9dbc.pdf

4. “Cantabria se presenta así desde fines del siglo XIX como una economía que se resiente de la pérdida de las colonias, y que se configura sobre la cooperación entre agricultura e industria, siempre dentro de unas tasas de

crecimiento lento o moderado. Una sociedad y una economía en la que el protagonismo de la burguesía mercantil no ha dejado de ser básico, a pesar de las profundas alteraciones que experimentó tras la crisis de los años sesenta y la quiebra del «modelo» colonial”. en Manuel Suárez Cortina, Historia de Cantabria. Un siglo de historiografia y bibliografia 1900-1994. Tomo II (Santander: Fundación Marcelino Botín, 1994), 137. Disponible en https://www.cervantesvirtual.com/obra/historia-de-cantabria-un-siglo-de-historiografia-y-bibliografia-19001994-tomo-ii–0/

5. “M. Vaquerizo ha dedicado también algunos trabajos al crédito rural en la modalidad de censos al quitar-, las transformaciones en el uso del suelo, la reconversión de cultivos, la ampliación y mejora de la cabaña ganadera, las actividades económicas complementarias de las agro-pecuarias, las magnitudes productivas, las relaciones sociales de producción y su transformación…”. Ibídem, 24. Disponible en https://www.cervantesvirtual.com/obra/historia-de-cantabria-un-siglo-de-historiografia-y-bibliografia-19001994-tomo-ii–0/

6. En Cantabria, los cartularios del monasterio de Santo Toribio de Liébana y de la abadía de Santillana del Mar ya acreditaban la existencia de hórreos en el siglo IX. Son construcciones agrícolas destinados a granero y almacén que fueron de uso habitual en la región hasta finales del siglo XVII.

7. “Hórreo de Baró. Camaleño. 06 abril 2019. Tiene este hórreo una particularidad muy destacable: si bien, es de agradecer su buen estado de conservación, a mi parecer es una pena que quienes lo hayan «restaurado», no tuvieran en cuenta sus características originales, no hubiera sido tan difícil encontrar unas muelas en lugar de esos bloques de piedra que para nada concuerdan con la estructura original”. Sergio Martínez Martínez en Arteconhistoriacantabria. Disponible en https://arteconhistoriacantabria.blogspot.com/2017/01/horreos-en-cantabria.html (Última consulta marzo 2024)

8. Alfonso de la Lastra Villa es otro de los arquitectos que han tratado el tema de los hórreos en Cantabria. Su

principal artículo es “Hórreos de Cantabria”, incluido en la reedición de 1986, facsímil y actualizada, editada por J. M. Gómez Tabanera, del clásico libro de Frankowski “Hórreos y Palafitos de la Península Ibérica”. (1986) pp. 514-517.

https://redmeda-bibliotecadigital.s3.eu-de.cloud-object-storage.appdomain.cloud/grana_lopez_1986_horreos.pdf

9. Joaquín González Echegaray, Virgilio Fernández Acebo y Carmen Pérez Martínez, “Los hórreos en Cantabria (España): Estado de la cuestión al año 2010”, Revista KOBIE Antropología Cultural, n.º 15 (Bilbao: Kultura Ondarearen Zerbitzua. Bizkaiko Foru Aldundia, 2011), p.115. https://www.bizkaia.eus/fitxategiak/04/ondarea/Kobie/PDF/5/Kobie_Antropolog%C3%ADa_15_web.pdf?

10. Gustavo Kraemer se doctoró en la Universidad de Munich, Baviera, en 1948 y se trasladó a Cantabria en 1953, lugar donde fijaría su residencia, concretamente en el ayuntamiento lebaniego de Camaleño, nacionalizándose español. Entre sus trabajos de conservación del patrimonio cultural, destaca la defensa contra las termitas en el Monasterio del Escorial, motivo por el que el Ministerio de Justicia le ofreció la nacionalidad española en 1960. Fruto de sus viajes de investigación por el mundo consiguió recuperar objetos que se consideraban perdidos para la ciencia y el patrimonio, entre ellos un cuadro de “El Greco” que después de identificar negoció para que regresara al patrimonio español. También desarrolló las técnicas usadas en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para la conservación previa del papel judicial y de documentos.

En “Kraemer Koeller, Gustavo”. Escritorescantrabos Disponible en https://www.escritorescantabros.com/escritor/kraemer-koeller-gustavo.html

11. Sergio Martínez Martínez en Arteconhistoriacantabria; pp. 141-142.Disponible en https://www.valledeliebana.info/bvl/files/original/820d77d29fe9ad5355db0d9b72ec9dbc.pdf

12. En realidad más que de un mecano, se trata de un puzzle porque las piezas no son intercambiables como consecuencias de las deformaciones que experimentan. Con el paso del tiempo adquieren una forma diferente de la original y el conjunto se reacomoda ajustándose entre sí de manera irreversible. Por otra parte, hay ensambles que marcan la posición concreta de cada pieza como sucede con las colondras, o tablas verticales de las paredes de la caja, dotadas de unas espigas que sólo coinciden con la caja abierta al efecto en el trabe. Aún así, en los hórreos con bastidor y tablado horizontal se dispone de un cierto margen de maniobra porque no hay ensambles individuales dado que las piezas de apilan. Eloy Algorri García, “Evolución y distribución territorial de las técnicas constructivas en la arquitectura popular El caso del hórreo cantábrico”, Tesis Doctoral, (Universidad de León, 2015). Disponible en https://buleria.unileon.es/handle/10612/6131

13. Idídem.

14. Jesús Delgado, “Los ultimos horreos de Cantabria”, valledeliebana. Disponible en https://www.valledeliebana.info/bvl/files/original/eaa2b9eb4f5b8472bcfc3aaa4e2db72c.pdf

15. Solamente en la comarca lebaniega han sabido preservar hasta la fecha un número significativo de hórreos, muchos de ellos de similar traza que los asturleoneses. El artículo de Joaquín González Echegaray, Virgilio Fernández Acebo y Carmen Pérez Martínez recoge un inventario con fotografías e información detallada de los hórreos existentes en 2010.

Editores del post: Maderayconstruccion

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