Revestimientos de madera, breve repaso histórico
Para empezar este artículo dejadme que os plantee una dicotomía de las que juegan con la razón y los valores preestablecidos; cuando vemos un interior de madera, como los que planteaba Alvar Aalto por ejemplo, pensáis que está la madera al servicio de la construcción o es la construcción la que sirve de soporte y base a esos espacios revestidos de madera. Reconozco que el planteamiento parece un tanto forzado, pero si damos un repaso histórico a la arquitectura, nos encontraremos la continua presencia de revestimientos de madera en paramentos verticales y horizontales, lo cual posiblemente tenga algo que ver con nuestros instintos más primitivos, ya que desde que empezamos a construir nuestras primeras viviendas recurrimos a la madera para tener refugio, aislamiento y confort térmico en su interior.
Sabemos que nuestros primeros hábitats fueron las cuevas, pero como animales transformadores del entorno no nos bastaba simplemente con un techo que nos aislará de las inclemencias meteorológicas, era pues necesario darle funcionalidad al espacio. Esto lo vemos en las cuevas de los guanches canarios, donde los aborígenes practicaban aberturas en muros para almacenar enseres, así mismo también observamos incisiones en el terreno, de las cuales la arqueología presupone que estaban destinados a recibir una serie de particiones ligeras de madera que compartimentan el interior de la cueva a modo de estancias.
En tiempos pasados, ciertamente el uso de la madera para revestir interiores era más propio del ámbito popular, donde debido a la falta de medios se recurre a este material para tapar el entramado portante y dar cabida en su interior al aislamiento. Pero fue en el siglo XVII donde se dio un punto de inflexión, apareció el cepillo de carpintero, que permitió un mayor grado de mecanización de la madera, así como un acabado más fino.
Los primeros revestimientos de cierta categoría aparecen en el Gótico (SXII-XVI), aunque con una labra pobre debido a la ausencia de medios. Como sabemos, el clero fue el gran precursor de esta corriente artística a lo largo de Europa, por aquel entonces se recurrió al revestimiento de madera con objeto de mejorar ciertas estancias de los templos. Dado el ambiente gélido de las iglesias y catedrales, era preciso amortiguar térmicamente ciertos espacios, como aquellos que daban servicio a los coros, los paramentos de estos se revestían con madera, protegiendo y dando confort a quienes los habitaban. En un primer momento el gótico se sirvió de formones y gubias, y fue en su último periodo cuando gracias al avance en los aceros mejoraron las capacidades de mecanización de los carpinteros, repercutiendo esto en las obras, aunque aún quedaba mucho por mejorar.
Ya en el siglo XVI, última etapa del gótico, en Inglaterra aparece el Haddon-Hall, una mansión amurallada, habitada por nobles de la época, donde podemos encontrar unos revestimientos de madera, con una labra un tanto tosca, pero con gran capacidad escenográfica.
En la transición del Gótico al Renacimiento aparecen en Italia notables ejemplos de revestimiento con madera. Por lo general se presentan en paneles decorativos con finos moldurados en el plafón y entrecalles de pilastras anchas, siendo rematados por lo general a una cota inferior a la del techo, espacio que se completaba con pinturas al fresco. Cabe destacar la recuperación de una antigua técnica romana como es el intarsio, muy similar a lo que aquí conocemos por taracea pero llevado a una escala arquitectónica. Ejemplos notables en el Palacio ducal de Urbino 1445 y en el Teatro anatómico Archiginnasio de Bolonia 1638.
Francia no tardó en sumarse a la emergente técnica de la boisserie. Maderas policromadas en combinación con pinturas al fresco de motivos vegetales, con un acusado uso de las policromías y el pan de oro como vemos en el castillo de Fontaineblau.
A finales del s XVII y principios del XVIII el Barroco impulsa el uso de la madera para el revestido de paramentos verticales, es en Francia donde se acuña el término Boisserie(del francés enmaderado) para definir al revestimiento de muros con plafones de madera moldurada al natural o lacadas, recercados con diferentes moldurados, integrándose la ejecución con el resto de carpinterías de la estancia. Se introduce asimismo el uso de enchapados con maderas exóticas, incrustaciones de latón, taraceas y diversos trabajos de marquetería. Son numerosos los ejemplos en el Palacio de Versalles, en los que podemos destacar la Cámara de la Reina.
El barroco fue sucedido por el Rococó, donde los motivos ornamentales son de carácter vegetal. Ya en el último tercio del s XVIII el movimiento empieza a ser más sereno visualmente, lo que daría lugar al neoclasicismo, presentado las boiseries una talla más simple y elegante, las maderas más elegidas fueron el nogal, la caoba y palisandro, de tonos oscuros todas ellas en contraposición con los inicios de la época barroca.
Tras un siglo XIX en donde el neoclasicismo acabo por desterrar el uso de la madera, el siglo XX lo recuperó gracias al movimiento Art Decó y al Modernismo. La línea curva dibujaba la arquitectura, y en interiores se recurre a la madera como principal elemento escenográfico, lo que llevó consigo la recuperación del trabajo artesano asociado a la madera. Ejemplos fuera de España tenemos a Victor Horta y Héctor Guimard, pero sin duda el principal exponente del Modernismo fue Antoni Gaudí, quien hizo notable uso de la carpintería en sus proyectos.
Llegamos a 1925 y el racionalismo hace su aparición de la mano de Le Corbusier, Mies Van Der Rohe y compañía. Este movimiento arquitectónico se caracterizaba por un uso estrictamente racional de la arquitectura, donde difícilmente tiene cabida cualquier concepto que no entre dentro de la estricta funcionalidad(como si el confort y la calidez ambiental fuesen un lujo). Ejemplo de esto lo tenemos en la “machine à habiter” postulado teórico de Le Corbusier donde poco lugar tienen los revestimientos sobrepuestos a las fábricas de ladrillo o muros de hormigón.
Por suerte excepciones notables las hubo, desde Frank Lloyd Wright en Estados Unidos, en cuya obras se integra la madera y las formas naturales orgánicas, a Alvar Aalto en Europa, el cual fue una de los principales críticos del Movimiento Moderno, y como podemos ver en sus obras, la calidez, y el aspecto humano llenan sus espacios. Un claro ejemplo lo podemos ver en la Biblioteca de Viipuri (1927-1934), donde hace uso de la madera laminada para dotar de un excepcional carácter al salón de actos. Como este artículo es un repaso general a lo largo de la historia, no voy a ahondar en las dos figuras arriba citadas ya que de por sí solas merecen un texto más detallado.
Resulta curioso como el uso de la madera ha sido un ir y venir en nuestras distintas culturas, normalmente por razones que atendían a los diferentes movimientos artístico, o cambios de paradigma como el que supuso la Revolución Industrial, aun así, la madera es un material que siempre acaba volviendo, será porque como ya he dicho al inicio del artículo es un material inherente a la evolución de la especie humana. Siempre me llamó la atención como Le Corbusier siendo uno de los máximos exponentes del racionalismo, y a su vez uno los arquitectos más importantes del SXX, se retirara en sus últimos años de vida a “Le Cabanon”, una pequeña cabaña de madera la costa azul francesa, quizás añoraba en su vejez habitar un espacio cálido, acogedor y funcional alejado de las grandes obras de carácter pétreo que desarrolló durante el ejercicio de su profesión.
Bibliografía
- Carpintería. Techos, Suelos y paredes de Madera. Editorial AITIM
- EL hombre y la Madera. Ignacio Abella
- “Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers “Denis Diderot y Jean le Rond d’Alembert
Alfredo Ávila
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