Recuperación de una Casa Carbonería del siglo XVIII

Arquitectura: Joaquín Vargas y Natalia Rodríguez

Fotografía: Javier Longobardo

Desde: COACM

El proyecto es obra de Joaquín Vargas arquitecto, autopromotor y constructor, en colaboración con Natalia Rodríguez, arquitecta y responsable del diseño de mobiliario, de Javier Longobardo, fotógrafo, Javier Vellés Montoya, arquitecto y pintor, y de Ovidiu Nicolae Gassner y Emanuel Marcel Dumitru, albañiles; Hilario y Jesús Cid, carpinteros; Feliciano Gutiérrez, fontanero y clima; y Marcos Moragón, electricista.

El proyecto

El proyecto de rehabilitación  ha consistido en la restauración, conservación y consolidación de los elementos de interés de la casa-carbonería; demolición las distribuciones espaciales internas con el objeto de obtener espacios lo más diáfanos posibles; y en la ampliación del volumen con una nueva planta en altura.

En la nueva distribución de la vivienda, la planta sótano acoge el taller y un pequeño aseo. En esta estancia se ha ejecutado un forjado y muro sanitario conectado con un recuperador entálpico para hacer varios ciclos de aire, debido a la humedad transmitida por la roca madre de granito.

En la planta de acceso a la vivienda está la cocina y estancia de comedor.

En la primera planta, en el primer volumen, se ubica la antesala al sueño, junto con el baño de la vivienda; y en el engalaberno, el dormitorio principal.

En la segunda planta se ubica un salón-estudio con salida a la terraza con vistas al valle de Toledo.

En cuanto al cerramiento de la fachada principal, se considera un elemento protegido por lo que el proyecto trató de recuperar su imagen inicial. En su restauración se conservaron las partes bien consolidadas y se picó todo el mortero de cal, que acabó por desmoronarse, dejando al desnudo el entramado de madera, relleno de ladrillos colocados a panderete en unos casos y cascajos o mampuestos en otros.

Los elementos de madera que estaban afectados estructuralmente por la existencia de carcoma se sustituyeron o se ejecutaron injertos con madera sana. Posteriormente se enlució toda la fachada de mortero de cal y se pintó a la cal el trampantojo que había de origen, dejando la nueva planta sin pintar para discernir lo nuevo de lo antiguo, manteniendo así una superposición de capas históricas.

En esta fachada de la plaza de San Cipriano hay una misma correspondencia con respecto a los huecos de las carpinterías. Los huecos de la parte ya existente son los originales, verticales y pequeños; y en el nuevo volumen edificado, se rompe el lenguaje de huecos, abriendo una apertura cuadrada, lo más grande permitida por la normativa (dos metros), a la derecha de la misma, consiguiendo un equilibrio visual, discerniendo a simple vista, lo nuevo de lo ya existente.

Las carpinterías están construidas con madera de cerejeira (el roble boliviano), es una madera que ni hincha ni merma.

Los colores de la fachada empleados son por tanto, los originales: Gris granito, naranja dorado, beige piedra, rojo ladrillo, rojo teja. En las carpinterías: betún. Y por último en las cerrajerías, como en las rejas de las ventanas: negro escoria. La contaminación visual del cableado de las telefonías y compañías eléctricas se palia con una canaleta integrada en la fachada. Los cuadros de las acometidas de servicios también se integran en la fachada con los mismos acabados y gama cromática.

La nueva cubierta que se ejecuta en la segunda planta es de carpintería de armar española tradicional en Toledo  (de par, tirante y nudillo, con cuadral y aguilón), apoyándose directamente en el testero superior del entramado ligero de madera. Todos los elementos se enlazan con uniones tradicionales carpinteras. La cubierta está construida a tres aguas con una inclinación de 25º, para evitar el hastial en triángulo en la parte del testero del inmueble.

La estructura que se propuso para la segunda planta es de ‘Timber Frame’ o entramado ligero, está conformada por carreras, durmientes y pies derechos de la misma dimensión, relleno de aislamiento de lana de roca, y arriostrado con panel de conglomerado hidrofugo OSB en ambas caras.

En el interior se complementa con una capa de barrera de vapor, y en el exterior una capa de barrera de aire y agua.

En la ejecución de los forjados, se tuvo que sustituir toda la viguería, debido a que las cabezas de las vigas estaban podridas y otras con ataques de termitas. Por tanto, se sustituyeron por viga laminada de pinus pinea de mayor escuadría que las que había y se apoyaron encima de un durmiente perimetral que se aisla de humedades.

La única modificación en los forjados fue la ubicación de la escalera, otra de las grandes protagonistas del proyecto. Se suprimió la escalera existente de dos tramos ortogonales y se planteó en la parte sur de la vivienda una escalera de caracol que transforma el nuevo hueco en el eje vertebrador de la vivienda, puesto que conecta el sótano hasta la planta segunda. Está construida por módulos de peldaños, compuestos por huellas de madera contrachapada de abedul, viga laminada de pinus pinea y mamperlán de roble ensamblado con lambeta de roble a la huella de abedul. En el eje, una varilla roscada desde la cimentación -ejecutada con un dado de hormigón de 350kg- hasta arriba en la coronación de la segunda planta.

El jurado de los II Premios COACM, destacó, en la frase definitoria de su fallo, que es esta escalera la que  “transforma una carbonería en una vivienda de hoy”.

Madera y Construcción

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