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Madera en el fin del mundo: las iglesias de Chiloé.

Imagen 1. Portada.Iglesia de Ichuac e Inventario Iglesias de Chiloé. Fuente imagen base: Patrimonio Mundial / Marcelo Espinoza. Autor de imagen: María Sánchez Ontín de Cambium. Elaboración propia.

¡Otra vez de viaje! En esta ocasión nos vamos al fin del mundo en otro interesante capítulo de la construcción con madera. En el artículo anterior estuvimos en Chicago ( + Info AQUí ). Allí descubrimos el origen del entramado ligero y la estrecha relación que existe entre la evolución del ser humano y la construcción con madera.

Hoy ponemos rumbo al Chile Austral, hacia un pequeño y lluvioso archipiélago en la región de Los Lagos, tierra de pescadores y carpinteros donde la vida está marcada por el ritmo de las mareas. Chiloé es bruma, océano y verdes colinas. Una tierra tan parecida a la esquina noroeste de nuestra península que en 1567 los colonos españoles, morriñentos de su tierra, la bautizaron como “Nueva Galicia”.

Imagen 2. América del Sur. Chile, Chiloé. Fuente imagen base: Wikipedia / Free png /Kindpng.com. Autor de imagen: María Sánchez Ontín de Cambium. Elaboración propia.

Allí, salpicando el paisaje, descubrimos unas pequeñas iglesias construidas íntegramente en madera declaradas Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. Al igual que ocurría con Chicago y el entramado ligero, la historia de la arquitectura chilota está íntimamente ligada a la cultura, a la historia y a la identidad de los habitantes de estas tierras. ¡Comenzamos la aventura!

El Chiloé que se encontraron los españoles

Para entender bien el contexto en el que se erigen estas peculiares iglesias chilotas vamos a retroceder hasta el periodo previo a la conquista hispánica, cuando en Chiloé convivían pacíficamente dos pueblos con costumbres muy diferentes entre sí.

Imagen 3. Izquierda: Labores masculinas, confección de redes con cueros sin curtir. Derecha: caza del lobo marino. Autor de ilustraciones: Juan Fiero P. Fuente: Chiloé nº 9. Revista de divulgación del Centro Chilote. Agosto 1988. / www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-70837.html

Los primeros pobladores de esta zona fueron los chonos o guaitecas, nómadas del mar. Un pueblo de diestros cazadores y pescadores que recorrían los canales entre islas persiguiendo manadas de lobos marinos y bancos de peces en canoas de madera de alerce trabajada con rudimentarias herramientas de piedra.

Más tarde, desde el norte, llegaron los huilliches, hombres de la tierra. Un pueblo sedentario de pastores y horticultores que cultivaban papa, maíz, mango y quinoa. También manejaban las artes de pesca, incluyendo el marisqueo en las playas del mar interior. Se organizaban en pequeños grupos familiares dispersos en amplios territorios. Aunque no formaban núcleos de población, cada grupo tenía su “hue”, un gran centro de reunión donde se celebraban encuentros sociales, ceremoniales y deportivos.

Esta mezcla étnica y cultural fue la que recibió a los conquistadores españoles en su llegada a mediados del siglo XVI: una Chiloé habitada por varios pueblos nativos maravillosamente adaptados su entorno.

Imagen 4. Izquierda: Mapa del Archipiélago de la provincia de Chilé por el padre Fray Pedro González de Agueros, s. XVIII. Derecha: Mapa de la isla y archipiélago de Chiloé diseñado en 1787 por Juan José de Moraleda. Fuente: memoriachilena.gob.cl

Un poco de geopolítica en la época colonial

¿Por qué a los españoles les interesaba tanto este lugar? Resulta que el archipiélago era el último confín habitado de Sudamérica. Más al sur, la orografía y el clima se vuelven completamente inhóspitos.

Por su situación estratégica, Chiloé fue un enclave crucial en las rutas marítimas europeas que cruzaban el Cabo de Hornos, la única vía de comunicación durante 4 siglos entre los océanos Atlántico y Pacífico. Era un lugar perfecto para reponer provisiones y reparar las embarcaciones después de la hazaña que suponía surcar el estrecho de Magallanes para continuar la ruta hacia el norte.

Durante el periodo colonial este conjunto de islas fue la puerta de entrada a las costas sudamericanas del Pacífico. Muy codiciada por corsarios y por las potencias europeas, fueron los españoles quienes finalmente se hicieron con ella en 1558, consolidando su presencia en el Pacífico. Chiloé se convirtió en una de las posesiones más preciadas del imperio español en ultramar.

Imagen 5. Izquierda: América del Sur. Chiloé y Estrecho de Magallanes. Fuente de imagen base: Wikipedia. Autor de imagen: María Sánchez Ontín de Cambium. Elaboración propia. Derecha: Primer mapa del Estrecho de Magallanes, 1520. Fuente: www.memoriachilena.gob.cl

Las misiones se adaptan al territorio

Junto a los colonos españoles llegaron los misioneros jesuitas que llevaban debajo del brazo un ambicioso proyecto evangelizador para el archipiélago. Venían con una estrategia diferente después de ver que la imposición por la fuerza de la fe católica y la forma de vida europea, consideradas por aquel entonces las únicas viables y correctas, no había dado sus frutos en los primeros años de la conquista.

Necesitaban un sistema adaptado a la realidad americana: una enorme extensión de tierra con pueblos indígenas muy diferentes entre sí viviendo diseminados por el territorio.

En Chiloé, los jesuitas entretejieron sutilmente su plan de evangelización con las costumbres paganas de los pueblos indígenas. Con una enorme dispersión de poblados en el archipiélago y sin suficientes misioneros como para poder ubicar a un religioso permanente en cada comunidad, los recién llegados idearon una inteligente estrategia para evangelizar al pueblo nativo adaptándose a la realidad geográfica de Chiloé.

Diseñaron la Misión Circular: una expedición perpetua alrededor del archipiélago que se repetía anualmente durante los meses de primavera y verano con el fin de evangelizar e impartir los sacramentos y ritos cristianos a las comunidades isleñas. Los misioneros navegaban por el mar interior de Chiloé en una piragua o “dalca” de madera, pasaban unos días con cada comunidad y, tras el viaje, regresaban de nuevo a ciudad de Castro, cabecera del archipiélago y su residencia durante el invierno.

Imagen 6. Cofradía de Fiscales San Juan Bautista de la Parroquia de Calbuco. Reconocido en 2013 como Tesoro Humano Vivo de Chile. Fuente de imagen: Sistema de Información para la Gestión del Patrimonio Cultural Inmaterial de Chile. Autor de imagen: Luis Oviedo (2013).

Entre visita y visita, dejaban a un encargado dirigiendo los rezos, bautizando provisionalmente a los nacidos en el año y enseñando el catecismo durante la ausencia de los jesuitas. Este rol de fiscal lo asumía el “machi” o curandero indígena y poco a poco los rituales paganos se fueron adaptando a las celebraciones cristianas.

También heredaron los “hue”, centros de reunión de las poblaciones nativas prehispánicas, para ubicar los lugares de encuentro entre la comunidad y los misioneros. Estaban cerca de la playa, disponían de buen acceso por mar y espacio suficiente para poder desembarcar. Eran explanadas amplias, con agua dulce y protegidas frente a los vientos dominantes. Los lugares idóneos para construir las primeras capillas.

Imagen 7. Iglesia de San Antonio de Colo. Fuente de imagen: chiloepatrimoniomundial.gob.cl. Autor de imagen: Archivo Fotográfico Centro Nacional de Sitios Patrimonio Mundial. Servicio Nacional de Patrimonio Cultural.

Las iglesias de madera de Chiloé

Ya en las primeras construcciones, aunque más sencillas y precarias, se intuía la misma organización de espacios que ha llegado hasta nuestros días. El mar, un embarcadero, una gran explanada y la capilla. Aunque inicialmente los “hue” no estaban poblados, con el tiempo se ha consolidado una trama urbana alrededor de los templos.

Imagen 8. Izquierda: Iglesia Santiago Apóstol de Detif. Derecha: Santa María de Loreto. Fuente de imagen: chiloepatrimoniomundial.gob.cl. Autor de imagen: Izquierda – Jorge López / Derecha – Marcelo Espinoza

Bajo la dirección de los misioneros, los indígenas locales construyen las capillas definitivas con mejores materiales y acabados más duraderos. Se combinan las técnicas artesanales de carpintería de ribera de los nativos con los conocimientos sobre el trabajo de la madera que trajeron los misioneros, procedentes no solo de la península ibérica sino también del centro y este de Europa. El resultado de esta mezcla es un estilo arquitectónico único, que no se parece a ningún otro en toda América Latina.

A diferencia de la arquitectura religiosa de América Central y Sur donde, por influencia de España y Portugal, solo se utilizaba madera en artesonados y estructuras de forjados y cubiertas, las iglesias de Chiloé fueron construidas íntegramente en madera. Una singularidad que las hace únicas en el mundo.

Imagen 9. Iglesia Natividad de María de Ichuac, en la isla Lemuy. Fuente de imagen: chiloepatrimoniomundial.gob.cl. Autor de imagen: Izquierda: Jorge López / Derecha – Subsecretaría de Patrimonio Cultural, 2019. ONG Poloc.

Por aquel entonces, los exuberantes bosques chilotas nativos proporcionaban madera de muy buena calidad para la construcción de las iglesias y los carpinteros locales sabían seleccionar la especie más adecuada para cada elemento. Para la estructura principal, de entramado pesado, empleaban alerce, ciprés cordillerano, ciprés de las guaitecas, eucalipto, canelo y tepa, todas ellas especies con una buena resistencia mecánica. Para los revestimientos exteriores, tejuelas de alerce, tanto en las fachadas como en el tejado. En el interior, madera de alerce y ciprés, fáciles de trabajar.

¿Cómo se construían?

Todas las iglesias tienen rasgos comunes. La fachada principal se enfrentaba al mar, hacia la orilla de la playa. La torre de la fachada hacía las veces de faro informando al que llegaba desde el mar que ese era el lugar que buscaba. Todas ellas eran diferentes entre sí para ser reconocidas fácilmente desde el agua.

Bajo la torre, el pórtico protegía la entrada de las inclemencias del tiempo. En el interior, el volumen principal se encontraba dividido en tres naves y debía disponer de espacio suficiente para albergar a toda la comunidad que vivía dispersa en el área de influencia de la iglesia.

Imagen 10. Iglesia de Quinchao. Fuente de imágenes: chiloepatrimoniomundial.gob.cl. Autor de imagen: Izquierda – Patrimonio Cultural / Derecha – Marcelo Espinoza.

Una cubierta a dos aguas de armadura de par y nudillo cubría las tres naves de la iglesia. Herencia de la carpintería mudéjar importada por los jesuitas españoles, este sistema tuvo tanto éxito que pasó a ser el tipo de cubierta más utilizado en la arquitectura religiosa del nuevo mundo. En el interior, la armadura de cubierta se recubre con una bóveda de cañón corrido de madera que recuerda a las estructuras típicas de la carpintería de ribera.

Los nativos de Chiloé no conocían el hierro, una materia prima muy escasa por aquel lugar, así que ensamblaron las piezas de madera de las estructuras mediante uniones carpinteras hasta bien entrado el siglo XIX, época en la que comienzan a utilizarse clavos metálicos.

Imagen 11. Planos e imágenes del proyecto de restauración de la Iglesia Nuestra Señora de los Dolores de Dalcahue. Fuente de imágenes: madera21.cl. Autor: Juan Martínez Mezquida (Estructuras), Katerine Araya (proyecto).

Bajo el forjado de planta baja, también de madera, una cámara de aire ventilada ayuda a conservar las piezas de madera. El forjado y los pies derechos de la estructura de entramado pesado apoyan sobre basas de piedra, siguiendo la misma técnica que protegía de la humedad del terreno la estructura de madera de las iglesias del centro y norte de Europa.

Imagen 12. Restauración de la Iglesia Nuestra Señora de los Dolores de Dalcahue. Fuente de imágenes: madera21.cl. Autor: Katerine Araya Toro.

Un legado histórico y cultural inigualable

A los jesuitas los expulsaron del imperio español en 1767 por su abierta defensa de los pueblos indígenas, pero su legado en Chiloé siguió en pie y las festividades populares chilotas continúan reflejando esa fusión entre las tradiciones paganas y el cristianismo.

Tras los jesuitas llegaron otras órdenes religiosas que conservaron los templos existentes y construyeron otros nuevos. A día de hoy se pueden visitar más de 150 iglesias íntegramente construidas en madera por todo el archipiélago de Chiloé. Muchas de ellas se conservan en muy buen estado, sin grandes cambios desde su construcción, y aún siguen utilizándose como lugares de culto. Son un ejemplo único de arquitectura en madera, de relación respetuosa con el entorno y de una exitosa fusión entre las tradiciones culturales europeas e indígena. Ahora el desafío está en conservarlas y protegerlas. ¿Seremos capaces de lograrlo?

Imagen 13. Restauración de la Iglesia Nuestra Señora de los Dolores de Dalcahue. Fuente de imágenes: madera21.cl. Autor: Loreto Mancilla Bahamonde. Centro Nacional de Sitios de Patrimonio Mundial. Gobierno de Chile.
Imagen 14. Mapa de las Iglesias de Chiloé y Restauración de la Iglesia de Castro. Fuente de imágenes: Izquierda: chiloepatrimoniomundial.gob.cl / Derecha – Artículo Restauración en Chiloé (Chile): La Iglesia de Castro. Autor: Lorenzo Berg Costa.

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