ARQUITECTURA, MADERA Y BIOFILIA.
La biofilia o “amor por la vida” es la tendencia innata que los seres humanos tenemos a buscar conexiones con la Naturaleza y otras formas de vida. Siendo uno de los materiales naturales por excelencia más utilizados en arquitectura desde tiempos inmemoriales, podemos afirmar que la madera es un recurso esencial en el diseño biofílico de nuestros entornos de vida.
La nueva consciencia sostenible
Si eres habitual de Madera y Construcción, seguro que como nosotros has percibido que nos encontramos inmersos en una época y en una cultura en la que la sensibilidad hacia la ecología se está extendiendo de forma acelerada, hasta convertirse en el lugar común de buena parte de la sociedad. Artículos como de “Arquitecturas vivas” de los compañeros de Liqe lo atestiguan. Un aspecto esencial del llamado “nuevo paradigma”, más allá de los graves problemas socioeconómicos a los que nos enfrentamos y la urgencia para intentar frenar el cambio climático, es una nueva consciencia sostenible, en la que las personas por fin comienzan a comprender que no son algo separado de la Naturaleza.
Nada más lejos de la realidad. Por mucho que nos cueste admitirlo, el desarrollo de las distintas civilizaciones puede leerse desde sus orígenes como la evolución de una especie animal en el contexto del planeta Tierra. Una obviedad semejante, la del sentimiento de pertenencia a la Naturaleza, que sin embargo el homo sapiens del siglo XXI está redescubriendo en la actualidad después de un recorrido nada menos que de 200.000 años.
El origen del término “biofilia”
En los últimos años de evolución del sector de la construcción hacia la sostenibilidad, hemos ido escuchando hablar cada vez más de términos como “biofilia” y “naturalización”, que además de resultar novedosos y refrescantes, nos conducen a pensar la arquitectura y la ciudad en relación a su contexto ecosistémico. La biofilia o “amor por la vida es la tendencia innata que los seres humanos tenemos a buscar conexiones con la Naturaleza y otras formas de vida, porque en realidad somos parte de la Naturaleza. ¿Pero de dónde viene este «palabro» tan de moda hoy en día?
Su origen se atribuye al psiquiatra americano nacido en Alemania Erich Fromm, que en 1991 definía la biofilia como “la pasión por todo lo viviente, es una pasión y no un producto lógico, no está en el «Yo» sino que es parte de la personalidad” (1), pero fue el profesor de biología Eduard O. Wilson (2) el que en 1984 consagraba el término con su obra “Biofilia”, en la que propone nada menos que los humanos tenemos una conexión genética con la Naturaleza. Según Wilson, “nuestro sentido de conexión con la Naturaleza y con otras formas de vida es de carácter innato y un producto evolutivo de la selección natural, que actúa en especies inteligentes cuya supervivencia depende de una conexión estrecha con el ambiente y de la apreciación práctica de las plantas y de los animales.” Y también: “nuestra afinidad natural hacia la vida –biofilia- es la esencia misma de la humanidad y nos conecta con el resto de las especies” (3).
Las implicaciones que este concepto tiene al ser llevado a la práctica en arquitectura y urbanismo son abrumadoras, ya que si realmente los humanos comprendiéramos que llevamos de serie en los genes construir nuestras ciudades a favor de los procesos naturales en lugar de “jugar a la contra” como mayormente hemos a lo largo de nuestra Historia, la revolución sostenible que hoy en día estamos intentando extender cobraría un nuevo sentido.
En el paradigma actual, ya no se trata de concebir la arquitectura desde el miedo, como un simple refugio o máquina de vivir. Llegó el momento de asumir de una vez por todas que la asombrosa inteligencia que observamos en la Naturaleza está también en nosotros. Y de actuar en consecuencia, creando espacios de vida integrados y en equilibrio con los ciclos de vida naturales, a la vez que nos protegen, inspiran y confortan.
El diseño biofílico llevado a la arquitectura
Desde esta nueva forma de entender la arquitectura, todo cobra sentido: los objetivos de desarrollo sostenible, la resiliencia, la equidad, la economía circular, la bioconstrucción, la eficiencia energética… incluso las escasas propuestas optimistas que nos llegan desde la ciencia ficción son hebras del mismo tapiz. Son distintas aproximaciones desde las que los seres humanos estamos creando la visión común de un mundo ideal en equilibrio, que ojalá seamos capaces de construir en el futuro.
Como individuos, la biofilia resulta patente por ejemplo en la tendencia universal a acudir a espacios naturales en los días libres y periodos vacacionales. La montaña, el mar, el bosque. La Naturaleza nos hace bien. Véase el clásico ejemplo de los baños de bosque o shinrin yoku en Japón, promovidos por el Departamento de Higiene y Salud Pública del Gobierno Japonés por sus grandes beneficios, que ha llevado a la generalización de los bosques urbanos en planeamiento del país nipón. Florence Nightingale, enfermera e investigadora británica de la época victoriana (hacia 1850) muy conocida en estadística de la reforma social, analizó el impacto de los entornos de vida en pacientes en proceso de recuperación, y demostró que la presencia de elementos asociados a la Naturaleza a través del color, la luz natural, y la disposición no monótona de los elementos y espacios, tienen un efecto físico y psíquico sobre nosotros. Esto conecta con el Principio de la Savannah, desarrollado por el psicólogo evolucionista Satoshi Kanazawa (4) en 2004, que afirma que el comportamiento humano permanece conectado a nuestro origen como homo sapiens, desarrollado en el entorno natural de la sabana africana.
La ciencia presenta cada vez más y más evidencias de los beneficios para la salud y el bienestar de la exposición sensorial a elementos naturales o que evocan la Naturaleza. De ahí que prefiramos espacios abiertos, variabilidad rítmica no predecible, iluminación dinámica, estímulos sensoriales, presencia de agua, tierra, piedra… espacios verdes, árboles, vistas al horizonte…
La madera, material natural por excelencia
Los materiales con los que construimos, y de una forma más directa los materiales de acabado directamente en contacto con los usuarios, juegan un rol muy importante en esta naturalización de la arquitectura, a través de cualidades como el color, el olor, la reflexividad o absorción de ondas de luz y sonido o la textura y geometría. La madera, obviamente, es uno de los materiales naturales por excelencia más utilizados desde tiempo inmemorial. En nuestro subconsciente, madera es igual a Naturaleza.
Está demostrado que la presencia de madera en nuestros entornos de vida tiene un fuerte efecto psicológico positivo en nosotros (5), más allá de sus cualidades meramente físicas asociadas al confort termoacústico. Por tanto, los productos derivados de madera que permiten un contacto directo con el material son -y en mayor medida serán- un recurso esencial en el diseño biofílico de nuestros entornos de vida.
NOTAS
(1) En Anatomía de la Destructividad Humana (1973), Erich Fromm “planteó la idea de que el hombre se decanta en su vida entre dos fuerzas: la biofilia y la necrofilia. La primera es la fuerza que impulsa al ser humano a amar la vida y a crear. La necrofilia surge cuando el hombre se decanta por el egoísmo, y conlleva la soberbia, la codicia, la violencia, el ansia de destruir y el odio a la vida.” Cita de la entrada “Erich Fromm” en Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/ErichFromm
(2) Eduard O. Wilson es varias veces ganador del premio Pulitzer, coautor del término “biodiversidad” y una autoridad en el estudio de los insectos.
(3) Cita de la entrada “Biofilia” en Wilipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Biofilia_y_Arquitectura
(4) Entrada “Satoshi Kanazawa” en Wikipedia : https://en.wikipedia.org/wiki/Satoshi_Kanazawa
(5) Por citar un ejemplo, está el trabajo realizado desde el Departament of Wood Science de la Universidad de British Columbia, con publicaciones como “An analysis of interior wood products and their psychological impact” (Rice, Jennifer, 2004) https://open.library.ubc.ca/cIRcle/collections/ubctheses/831/items/1.0074990
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Editores del post: Maderayconstruccion
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4 Comments
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Maria Sánchez
Muchas gracias por su excelente artículo, tienen razón el diseño y decoración ECO afecta a nuestra manera de percibir el entorno, la construcción sostenible y el empleo de materiales y energías renovables es crucial para el futuro de nuestras ciudades. Si os interesa emprender proyectos de casas ecológicas o casas pasivas podéis visitar Inarquia un portal especializado en ello aquí https://inarquia.es/
finsa
Hola María, muchas gracias por tu comentario. Apuntamos! Un saludo!
Pladur
Felicitaciones por el artículo.
Desde mi opinión, si no buscamos la eficiencia energética desde la construcción todos los parches que hagamos no nos van a servir para conseguir ciudades más sostenibles. Debemos aportar de forma fuerte y sin dilaciones en la construcción sostenible, energias renovables y eficiencia energética.