A TRAVÉS DE LA MADERA
Resulta difícil relacionar la madera con la luz o la transparencia sin caer en el comodín del papel como derivado de la misma. En realidad, cualquier material opaco y con una cierta densidad se resiste a ser atravesado por ella o a iluminarnos, más allá de reflejar aquel segmento de luz que acaba caracterizando su tonalidad.
Evitando, por tanto, el mundo de las tradicionales puertas correderas exteriores japonesas (shoji), con sus característicos paños traslúcidos de papel de arroz, o los farolillos orientales, si trazáramos un recorrido del diseño en madera de elementos que iluminan podríamos situar nuestra primera estación en la hermosa lámpara Disa (1957), de José Antonio Coderch (Fig. 01). Esta lámpara, partiendo del reflejo de la luz que emite desde su interior, presenta la madera en un primer estadio de transparencia gracias a la traslucidez de las delgadísimas lamas de madera de pino que la conforman. Por otra parte, su proceso de montaje representa un viaje iniciático hacia el hecho de enjaular la luz, y asimismo nos aproxima al artista “hacedor de trampas” descrito por Jorge Oteiza.
Según el propio Coderch, “el problema esencial para nosotros era el proyecto de una lámpara de luz ambiente. Una vez realizada, se vio que la luz que producía daba intimidad y se parecía a la del fuego de una chimenea”.
En este sentido de la intimidad y el fuego, podríamos cambiar este último por las chispas de luz que proyectan las mashrabiyas (mención aparte merece la discusión etimológica del término castellano “maravilla”), o celosías de tradición musulmana. De modo similar, nos encontramos con los ajimeces canarios, como bien puede observarse en el Convento de Santa Catalina de Siena, en La Laguna (Santa Cruz de Tenerife). Este tipo de elementos formalizan los huecos de las estancias a las que de algún modo se adosan desde el exterior, permitiendo ver sin ser vistos mientras permiten introducir una luz natural tintineante en los interiores de la arquitectura (Fig. 02).
Otro espacio mágico en el que se podía ver a través de la madera lo proporcionó la reinterpretación del muro de carga de las “casas hiladas” suizas que Peter Zumthor realizó en el pabellón suizo para la Exposición Universal Hannover 2000. En este caso, Zumthor hizo levitar numerosas vigas de pino y alerce apiladas, convirtiendo el tradicional sistema de muro de carga suizo en un entramado que encerraba una serie de “pilares pretensados” para que la mirada recorriera a su través las sucesivas estancias del pabellón, lo que también generaba una cierta continuidad con su exterior (Fig. 03).
Esta ligereza y transparencia de la madera alcanza una nueva parada en proyectos como el GC Prostho Museum Research Centre (Aichi, Japón, 2010), donde el japonés Kengo Kuma, partiendo del juego tradicional nipón cidori, recrea una estructura mediante ligeros elementos lineales de madera.
En una esfera próxima podríamos citar las recientes instalaciones docentes realizadas bajo la coordinación de Josep Ferrando, Eugeni Bach y Jaime Font, como sucedía en la intervención materializada en 2014 junto a la sede del COAC de Barcelona.
Pero si volvemos al hueco, la madera, más allá de las celosías, se ha refugiado en el papel de marco. Por un lado, en aquellos marcos que acompañan la luz más allá del propio hueco, conformando “muebles” que se confunden con la propia “arquitectura”, o viceversa. Es el caso de la casa Fisher, obra de Louis Kahn (Hatboro, Pensilvania, 1967). En otros casos, la madera se transforma de manera estricta en marcos inconfundibles, como ocurre en los huecos de la Casa Malaparte, del italiano Adalberto Libera (Capri, Italia, 1937) (Fig. 04).
Avanzando en su recorrido hacia la transparencia la madera acaba por desaparecer; a saltar incluso al vacío, bendita su humildad, como puede apreciarse en Can Lis (Mallorca, España, 1972), la primera de las casas que el danés Jorn Utzon se construyó en Mallorca. En este proyecto el marco se adosa por el exterior del muro generando la ilusión, desde el interior, de estar ante un gran hueco de piedra donde incluso el vidrio ha desaparecido, lo que favorece la prolongación ininterrumpida de nuestra mirada hacia el mar y el horizonte (Fig. 05).
Llegados a este punto, y para retornar la madera al origen del que hemos partido, a alguien se le ocurrió utilizarla a modo de manta e inventar la persiana. Pero este elemento quizá requiera de una mención aparte.
Editores del post: Maderayconstruccion
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