Un corazón de madera, S(ch)austall en Eiswoog
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¿Qué hay en común entre un cobertizo, una muñeca rusa y la sala de exposiciones de Eiswoog? Una gran estructura de madera, encajada como si fuera una Matrioska y que se oculta en el lugar donde un día vivían animales.
Los visitantes miran por el hueco que queda entre la madera y el antiguo muro, se agachan, se asoman… De manera lúdica aprenden sobre el edificio y su historia, ya no es solo una ruina al borde del camino…
El lago de Eiswoog, cerca de Mannheim (sur de Alemania), es un lugar para los amantes de la naturaleza y desde hace un tiempo, también de la arquitectura. Donde confluyen los afluentes Hollerbach y Eisbach, en esa orilla hay una pequeña edificación de piedra de apariencia ruinosa y carácter inocente.
Allá por 2004, la hospedería local Landgasthof Forelle situada a escasos metros, decidió darle una nueva vida.
De cobertizo a sala de exposiciones
O lo que es lo mismo, de guardar trastos a exponer arte. El pequeño cobertizo de piedra, desde que se construyó en 1780 ha vivido casi de todo.
Funcionó como pocilga y almacén de herramientas durante buena parte del siglo pasado. Parcialmente destruido durante la Segunda Guerra Mundial, fue reconstruido, ampliado y transformado con el paso de los años
Los dueños de la hospedería que hay junto a este cobertizo vieron aquí una oportunidad para la sala de arte que querían tener. Las condiciones de la zona y del entorno, en pleno bosque, no permitían la construcción de nuevos edificios ni la demolición del existente. Así que se decidieron por la solución más particular: hacer la casa dentro de la casa. Y aún más cuando la protagonista es la propia madera del mismo entorno.
¿Casa de piedra o casa de madera?
Esta nueva construcción de madera es una copia exacta de las fachadas existentes, sin cambios. Y como el edificio original, no sigue en ningún momento unos requisitos especiales para la ubicación de los huecos. Las ventanas de la nueva estructura de madera copian con exactitud las aberturas del antiguo cobertizo.
Una escultura habitable de madera dentro de una casa de piedra, sin contacto con lo existente y sólo protegida con la superposición de una nueva cubierta de zinc. Un tejado de chapa ondulada es el que cubre la estructura.
Cuando cae la noche, la impresión que produce es la de una casa rota, casi en ruinas, pero con un interior totalmente distinto, cálido y acogedor. Ya se ha activado tu instinto curioso, ahora casi sin darte cuenta, estás subiendo por las pequeñas escaleras exteriores que conducen al acceso. Parece inevitable asomarse, examinarla, recorrerla.
Mínima construcción
Con lo que parece un simple tablero de madera maciza de 39 mm de espesor se resuelve este proyecto, tanto forjados como cerramientos y cubierta. Todo.
La capa exterior de la cubierta es de una aleación de titanio y zinc y está colocada directamente sobre el mismo tablero de 39 mm. Para rematar, en los laterales, la chapa se pliega sobre sí misma y vuela un par de centímetros como protección de la madera ante el agua de lluvia.
En ningún punto la madera y la piedra se tocan. Siempre existe una distancia de 8 cm por donde circula el aire. Los tableros de fachada y de cubierta se traban mediante una especie de machihembrado para asegurar la limpieza de la unión. Incluso los paños de vidrio se colocan en un rebaje tallado en el tablero y se unen con silicona. No existen elementos ajenos, es una auténtica simbiosis entre piedra y madera.
A obra, llega prefabricado el módulo casi al completo, a excepción de los vidrios y los tableros inclinados de cubierta. La grúa pudo alzar el volumen para colocarlo como si fuese un encamisado interior dentro de los muros de piedra.
La casa de madera se introduce cual muñeca rusa dentro de la casa de piedra, simplemente se deja caer sobre un par de pequeños muros de hormigón apoyados en el terreno. Así se forma una cámara de aire que protege a los tableros de la humedad. Una vez asentada, se montan los elementos restantes y voilà, edificio terminado.
A veces la ligereza de la madera y la facilidad para hacer con ellas estructuras prefabricadas es la mejor solución. El potencial que suelen tener los edificios antiguos sólo necesita de una pequeña ayuda para que salga a relucir.
La madera utilizada es en su totalidad de abeto finlandés en forma de contrachapado llamado Kerto, capaz de aguantar grandes cargas sin deformarse y proporcionado por la empresa maderera finlandesa FH-Finnholz. El soporte de grandes cargas no es muy relevante en este caso, pero sí era importante asegurar la total planeidad de las superficies de madera, tanto en su transporte, montaje y puesta en uso. Recuerda que había que montarla como una muñeca rusa y es importante que la madera encaje a la perfección.
En la parte exterior, las superficies se han tratado con fungicidas, mientras que en el interior tan sólo ha sido necesario usar aceite en determinadas zonas para reforzar y mantener esa cálida tonalidad de la madera con el paso del tiempo.
No es muy común ver construidos proyectos con un concepto tan radical y resuelto de forma tan contundente. Va más allá de un diálogo entre los viejos muros de piedra y los nuevos de madera, se crea algo completamente nuevo donde no se puede entender el uno sin el otro.
Este pequeño pero sentido proyecto les sirvió al equipo de arquitectos de Nauman Architektur, en Stuttgart, para conseguir el premio BDA de Arquitectura en Alemania de 2006.
Y merecido, porque parece que el corazón vuelve a latir dentro de estas paredes.
Bonus
– Aquí encuentras la ubicación exacta del edificio.
– En este enlace puedes ver algunas fotos más y planos esquemáticos para entender la intervención.
– En 2006, recibió el prestigioso premio BDA de Arquitectura en Alemania: S(ch)austall en Eiswoog
Datos de proyecto
Año de construcción: 2004
Promotor: Landgasthof Forelle GmbH
Arquitectura: Naumann Architektur, Stuttgart
Suministro de madera: FH Finnholz Handelsgesellschaft mbH, Lienen
Construcción en madera: Timo Schultz, Dachdeckerei-Schultz, Imsbach
Tiempo de construcción: 2 meses
Número de plantas: 1 planta
Superficie bruta construida: 24 m²
Alberto Montiel y Aurora Ortiz
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