PATOLOGÍA DE MADERA EN CasaME
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Intervenir en edificios antiguos de arquitectura tradicional, siempre resulta estimulante. Dejar de lado complejas estructuras de hormigón o la frialdad del acero, y cambiarlos por el calor de hogares en que predominan ladrillo, piedra y, sobre todo, madera, nos hace reconectar con ese pasado, cada vez más presente, en el que la apuesta por el material natural de proximidad no era una opción, sino una obligación.
Aún hay quien se sorprende cuando, al hablar de las bondades de esta construcción, se plantea que una estructura de madera pueda soportar cientos de años casi en perfectas condiciones, siempre que se cumplan unas ciertas condiciones que, dicho sea de paso, resultan de lo más razonable:
• Mantenimiento de la edificación, aunque sea mínimo.
• Respeto por el material y sus propiedades.
Ambas cuestiones, deben partir, eso sí, de un conocimiento del material, de sus condiciones idóneas y, sobre todo, de evitar aquellas situaciones que por su naturaleza le son desfavorables.
La madera en CasaME
En el caso de casaME, un edificio de buena calidad de finales de siglo XIX, a pesar de encontrarse la estructura en un estado de conservación realmente bueno, nos topamos con una serie de lesiones que conformaban una patología variada en el sistema estructural de la vivienda.
El principal problema a la hora de identificar estos problemas y lesiones es, precisamente, su ubicación habitual: bajo los acabados, fuera del alcance de la vista. Gracias al carácter integral de la reforma que se llevó a cabo en esta vivienda, pudimos detectar y poner remedio a las situaciones que se nos fueron presentando.
Humedad
Sea por la razón que sea, el principal enemigo de la madera en edificaciones antiguas es la humedad. En casaME nos encontramos con dos focos diferentes, ambos previsibles en edificios de esta antigüedad.
Por un lado, en la zona correspondiente a los cuartos húmedos, resulta habitual encontrar piezas con diferentes grados de afección. En este caso, sobre un baño adosado a la fachada Norte, detectamos una sola pieza afectada por pudrición en el forjado superior. La cabeza de la pieza había perdido una cantidad considerable de material, por lo que se optó por sanearla y suplementarla con sendos perfiles UPN a los lados, acometiendo además sobre un perfil metálico anclado al durmiente de madera existente. La posibilidad de este problema ya se había anticipado en el momento de la construcción, de forma que el forjado bajo la cocina se había configurado mediante viguetas metálicas en lugar de madera.
Puentes térmicos y condensaciones
La otra gran familia de problemas derivados de la presencia de humedad se encontró de forma casi fortuita, ya que a simple vista resultaba prácticamente imperceptible.
Al retirar las persianas existentes, nos encontramos con una sorpresa desagradable. Al no estar previstas en origen, no tenían cabida sobre el hueco, así que para evitar capialzados que redujesen la apertura, se tomó la decisión de rebajar la fábrica, incluyendo los sardineles y claves de piedra, llegando a descalzar los durmientes. Por si esto fuera poco, este hueco, conectado directamente con el exterior, se había convertido en un gigantesco puente térmico, con las importantes condensaciones que esto implica. La presencia de humedad había llevado, con el paso del tiempo, a la casi total desaparición de los durmientes y cabezas de algunas de las vigas. Esto, en la práctica, suponía la pérdida de apoyo de secciones amplias de forjado.
Pudrición
Tras el sobresalto inicial, nos pusimos manos a la obra. Se apeó la estructura, se eliminó la madera deteriorada, evitando la propagación de los efectos de la pudrición y se trabajó en el nuevo apoyo del forjado. Para ello, se dispuso un perfil de acero en L a modo de durmiente, acartelado periódicamente para asegurar su rigidez. A su vez, este perfil se apoyaba en ménsulas metálicas ancladas al muro de ladrillo, garantizando un apoyo sin apenas vuelo, asegurando una transmisión rasante de las cargas, algo imprescindible en este tipo de estructuras de fábrica, que no trabajan bien con esfuerzos de torsión ni momentos.
Lesiones en vigas
Otro grupo relevante de lesiones es el derivado de la instalación de calefacción en la vivienda, para lo que, en diferentes puntos, se habían llevado a cabo perforaciones y rebajes en algunas de las vigas. Esto, en función de la localización, se resolvió mediante injertos de madera en perforaciones, y disposición de llantas colaborantes para los rebajes, situadas de forma diferente en función de su localización: en la cara inferior cuando se encontraban en puntos centrales, reforzando la resistencia a flexión; y en las caras laterales cuando se encontraban cerca de los apoyos, mejorando la capacidad de trabajo a cortante en la entrega.
Pavimento sobre rastreles
Además, se han llevado a cabo intervenciones orientadas a la mejora del confort en la vivienda. Para ello, se eliminó el pavimento preexistente, formado por doble enrastrelado y tarima de madera de pino. Posteriormente se restituyó un sistema muy similar, por considerarlo el más adecuado, con doble enrastrelado, doble tablero aglomerado a tresbolillo y con las dos capas a matajunta y pavimento laminado de madera. Eso sí, se aprovecho para canalizar instalaciones de fontanería, saneamiento y calefacción, además de aislar térmicamente la vivienda respecto de la inferior.
En el caso de algunos de los forjados, entendimos que quizá su luz resultaba demasiado amplia para la escuadría de las piezas utilizadas. Además, los clientes buscaban un punto extra de rigidez respecto a la que suelen ofrecer estructuras de esta antigüedad, sin llegar a un sistema mixto que incluyese hormigón, que hubiese complicado y retrasado considerablemente la obra.
Refuerzo en forjados
Así, aprovechamos esta sustitución en el pavimento para plantear un refuerzo superficial en los forjados que asegurase un mejor comportamiento. Se dispusieron llantas verticales en perpendicular al sentido de las viguetas. Esto permite solidarizar el plano, haciendo que cada vigueta colabore en reducir la deformación de las colindantes. Además, esta disposición del refuerzo, evita posibles incompatibilidades entre deformaciones, al producirse estas principalmente, en el sentido longitudinal de las piezas, lo que no queda especialmente restringido.
El metal como aliado
Como hemos visto, en el caso de las estructuras de madera, conviene tener al metal como aliado habitual. Su comportamiento resistente, aunque en magnitudes completamente distintas, es muy similar, pudiendo llevar a cabo refuerzos sobre piezas de madera con secciones relativamente pequeñas. La durabilidad de la madera no debe ser, por tanto, un impedimento a la hora de decidir el material de nuestras estructuras, más aún cuando, incluso tras mucho tiempo y falta de mantenimiento, se pueden llevar a cabo soluciones sencillas de puesta al día.
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