MADERA Y TRADICIÓN
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La mayoría de los centros históricos de las ciudades españolas y europeas están construidos con madera, ya que hasta principios del siglo XX no tuvo lugar el auge del acero y el hormigón. Por lo tanto, en algún momento, más próximo que lejano, habrá que rehabilitar estas edificaciones de más de 100 años.
Con anterioridad a los años 90, no existía una normativa oficial sobre el uso estructural de la madera. Los técnicos que se enfrentaban a ella, solían hacer uso de las normas DIN alemanas, cuyos valores no se diferencian mucho de los que usamos actualmente. Primero, el Eurocódigo 5 introdujo mayor rigor en las exigencias de cálculo, para finalmente recogerlas en el Código Técnico de Edificación (CTE), actualmente de obligado cumplimiento, estableciendo unos parámetros que despejan cualquier desconfianza que se pueda tener al trabajar con este material. No obstante, ya sea por la falta de conocimiento y/o interés que existe en torno a la madera, no se suele conservar, restaurar y/o rehabilitar.
Todo edificio, cuando es construido, presenta unas características arquitectónicas (estructurales, estéticas y funcionales) que le son propias, adaptadas al fin para el que ha sido proyectado y realizado, y han de reconocerse como un aspecto esencial de su identidad. Sin embargo, esas características sufren modificaciones con el paso del tiempo, generadas por diferentes agentes, y que se inicia desde el mismo momento en que finaliza su construcción. El objetivo de la intervención en una edificación, es la conservación del bien inmueble, mediante su rehabilitación para recuperar y mejorar su funcionalidad.
REHABILITACIÓN DE ESTRUCTURAS DE MADERA
La rehabilitación de cualquier edificio comienza con una teoría general sobre la información previa al proyecto de actuación y a la toma de datos, información que nos permite determinar los criterios de operación, y precisar las técnicas más adecuadas para realizar los trabajos que sean objeto del proyecto.
En este tipo de intervención edificatoria, la principal diferencia que existe frente a una rehabilitación con otro material, es que los daños también pueden ser de origen bióticos, además de abióticos y estructurales. Los organismos xilófagos se alimentan del contenido celular de la madera, tanto de la pared celular como del duramen de la albura, provocando daños mecánicos en las estructuras de madera. Sin embargo, si la madera no está húmeda, no sufre ataque, no les resulta interesante como fuente de alimentación. Este aspecto es muy importante tenerlo en cuenta, para poder realizar una inspección práctica.
Se parte de una inspección visual, como la herramienta más elemental, para acometer el estudio del estado patológico del edificio, concluyendo esta inspección con otra más técnica, mediante análisis, pruebas y ensayos.
En la rehabilitación de un edificio con estructura de madera, el reconocimiento visual está centrado en detectar posibles fuentes de humedad y de entrada de agua en el edificio. Estas zonas son: fachadas, patios, cubiertas, bajantes, piezas cercanas o en contacto con el suelo, sótanos, locales húmedos, cabezas de vigas apoyadas en muros, testas expuestas, ensambles de piezas y carpinterías exteriores. Con esta inspección se pretende encontrar signos de patología estructural, además de indicar posibles puntos para futuras catas.
Para precisar los daños causados por los agentes xilófagos se recurre a técnicas de exploración. En una primera determinación de los daños se usan equipos tradicionales de inspección: la lupa, la linterna, los espejos, el punzón, destornillador y formón, el martillo normal o de pasta, el xilohigrómetro, el taladro, los pinceles y brochas, la azuela y el endoscopio. Cuando se quiere establecer el valor de las propiedades mecánicas de las piezas de madera, y la actividad de los ataques xilófagos en ellas, se utilizan métodos no destructivos, basados en tecnologías más sofisticadas, complementarios a la inspección visual, a la experiencia del técnico y a las herramientas tradicionales. Algunas de estas técnicas son: el resistógrafo, los ultrasonidos, las vibraciones inducidas, el fractómetro, la medición de la densidad superficial, la gamma-densitométrica y la detección acústica.
Para conocer la naturaleza y la gravedad de los daños, es necesario saber el modo de vida de los organismos xilófagos, mediante el cual se precisa la extensión, la intensidad y el modo de ataque de los mismos.
Uno de los problemas que puede presentar la madera de rehabilitación, es la determinación de su clase resistente, por el desconocimiento de origen de la misma. Además, en la actualidad las normas de clasificación están pensadas para escuadrías menores que las utilizadas normalmente en edificios antiguos.
Pero para tranquilidad de los técnicos, las estructuras de madera ofrecen garantía de validez, sin tener en cuenta los daños bióticos, porque a lo largo de toda su vida han demostrado la resistencia a carga, así como a errores constructivos y estructurales que pudiesen existir. Sin embargo, cuando aplicamos la normativa a la estructura, surge una contradicción, ya que según los valores obtenidos del cálculo se consideran inadecuados.
Se finaliza el proceso de inspección, con un diagnóstico, a partir del cual se obtiene un dictamen de actuación, con las suficientes garantías sobre el estado patológico del edificio y sobre la manera de cómo acometer los proyectos de conservación, restauración y/o rehabilitación.
Aunque cada caso es diferente, de acuerdo a la normativa del CTE y al ITE (Inspección Técnica de Edificios), la rehabilitación de la edificación concluye con las medidas de protección y las medidas estructurales.
Las medidas de protección tanto pasivas (diseño arquitectónico, constructivo, y elección del material) como activas, disminuyen el riesgo de deterioro de la madera. Siendo la protección pasiva, condición necesaria o a veces suficiente para garantizar la conservación del material: protección en las humedades procedentes del suelo, en el arranque de la estructura, en los apoyos de vigas en los muros, en la cubierta, comprobación de las condensaciones y tratamientos preventivos (no existe ataque de organismos xilófagos ), o curativos ( existe ataque de organismos xilófagos).
No obstante, cuando es necesario cumplir la normativa estructural, y/o recuperar la seguridad y estabilidad de la construcción, se recurre a medidas estructurales. Solucionando problemas de: piezas sometidas a flexión, como son las flechas de forjados; de refuerzos y apeos en el apoyo de las vigas; de uniones; de arriostramiento; de pandeo de pies derechos; de sección insuficiente de la pieza de madera y de refuerzos de armaduras de cubiertas.
* Bibliografía
Arriaga, F., Peraza, F., Esteban, M., Íñiguez-González, G., Bobadilla, I. y García, F. (2002). Intervención en estructuras de madera. Ed. AITIM, Madrid.
Argüelles Álvarez, R., Arriaga, F., Esteban, M., Íñiguez-González, G. y Argüelles Bustillo, R (2013). Estructuras de madera. Bases de cálculo. Ed AITIM, Madrid.
López Roma,A. (1985). Patología y protección de la madera. La madera en la conservación y restauración del patrimonio cultural. Ministerio de Cultura, Madrid.
Barreal, J.A.R. (1998). Patología de la madera. Ed.S.A. MUNDI-PRENSA LIBROS, Madrid.
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Irene Jimeno – Toca Madera
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