LOS TERCIOS – REHABILITAR LA IDENTIDAD
Cultura, identidad, pertenencia, son conceptos que hoy se difuminan y pierden, de alguna forma, su significado. El desierto demográfico en el que se ve sumido el ámbito rural está llevando a una redefinición del concepto de identidad, más por pérdida del anterior que por una nueva necesidad. Esta pérdida supone, ante todo, la desaparición de un saber que se ha ido conformando y depurando generación tras generación y que incluye tanto patrimonio inmaterial (oficios, música o literatura …) como material, con la arquitectura popular y sus sistemas constructivos a la cabeza.
El caso de Los Tercios de Villaveta es ejemplo, precisamente, de una posición inconformista frente a esto último. La Fundación “Los Tercios de Villaveta” lleva desde 2015 impulsando la recuperación de este edificio, cuyo origen se remonta a finales del siglo XV o principios del XVI y que ha tenido una gran influencia en el día a día de la localidad, tanto por su situación central, junto a la iglesia de la Inmaculada (BIC desde 1981), como por su nombre, probable alusión a su uso como almacén del impuesto en grano.
Este uso se ha mantenido casi hasta nuestros días, ya que hasta el último tercio del siglo XX se ha seguido utilizando, como evidencian las inscripciones localizadas por todo el edificio. Sobre los yesos de acabado interior se registran depósitos, extracciones, préstamos, entregas, pagos… Se trata, por tanto, de un enorme libro de cuentas, un registro de la actividad desarrollada en el campo tras la cosecha.
Hablamos de un pósito de grano, un ejemplo imponente de arquitectura civil, de los pocos que quedan de su época y tipología. Su fachada principal está presidida por un arco de medio punto con blasones en los estribos y dos huecos abiertos mediante fábricas de sillería sobre zócalo de mampostería. El resto de las fábricas son de tapial de tierra de gran espesor, protegidas mediante revocos de mortero de cal, perdido casi por completo, debido a la falta de mantenimiento.
El edificio se distribuye mediante tres crujías definidas por pórticos y muros de entramado de madera, embutidos, cuando lo están, mediante fábricas de adobe colocados a sogas o a tabla, según casos. Las crujías laterales se encuentran elevadas respecto de la planta baja, con un forjado sanitario, mientras que la central permitía el acceso rodado. La escalera principal tiene el arranque de sillarejo, mientras que el resto se conformaba mediante peldaños enterizos, con la nariz labrada en una sola pieza.
En cuanto a la distribución interior, se encontraba fragmentado y desfigurado, con nuevas divisiones, huecos ciegos, forjados recortados y escaleras de mano para acceder a aquellos espacios que habían quedado segregados respecto de la escalera principal.
Tras décadas de abandono y reunificación de una propiedad muy atomizada, la Fundación nos planteó la necesidad de intervenir para evitar la ruina definitiva del edificio. Inicialmente establecimos un Plan Director de la intervención, definiendo usos y fases de intervención. El objetivo final es establecer un Centro Social para el uso y disfrute de la localidad, que pueda servir como un punto de atracción de actividad cultural y de interacción social, con salas de reunión y conferencias, biblioteca y espacios para usos multiples.
Al analizar el edificio, identificamos dos focos principales de lesiones:
- por un lado, el lavado de las fábricas de tapial llevó a una acusada pérdida, aunque localizada, de material portante, muy a tener en cuenta aunque no resulta preocupante desde el punto de vista de la estabilidad en el futuro más próximo.
- por otro, las lesiones en cubierta eran extensivas y variadas, con diferentes puntos de entrada de agua, piezas rotas o afectadas por procesos de pudrición, algunas de gran longitud y escuadría, y un ámbito dañado de forma más extensa, en el que el colapso de la cubierta había arrastrado también las estructuras inferiores: tirantes de cubierta, forjado y escalera.
En una primera fase de intervención nos pareció lógico afrontar los daños relacionados con la cubierta, ya que su permanencia en el tiempo podía tener un efecto especialmente nocivo en el conjunto del edificio.
Se trata de una cubierta tradicional a tres aguas, de madera aserrada, con estructura de par e hilera en dos niveles. Los tirantes actúan de forma sucesiva entre las tres crujías, atando unas líneas de entramado a otras en la crujía central y de los entramados a los durmientes sobre fachada en las crujías laterales. Los pares se distribuyen de la misma forma, con un tramo desde la fachada hasta la siguiente línea de carga de entramado, mientras que la cumbrera se conforma mediante una cubierta a tres aguas de dimensiones muy reducidas en la crujía central.
Las limas, continuas, se apoyan en las líneas de entramado y acometen a la fachada en las esquinas. Aquí encontramos además cuadrales y aguilones que aseguran la unión de dos fachadas, conectándolas y evitando la apertura de la esquina. El resto de la estructura se configura mediante pórticos bi-apoyados de madera sobre líneas de entramado de madera.
Inicialmente, se efectuó un análisis pormenorizado de todos los elementos portantes, revisando las escuadrías, longitudes, entrevigados, daños, estado de los apoyos y vinculaciones con otras piezas manteniendo, en todo momento, la premisa de máxima conservación de la estructura original.
La mayor parte de daños se concentraban en torno a la mencionada zona sobre la escalera, completamente colapsada, y las piezas en torno a la lima de la esquina noreste, una pieza de gran longitud (en torno a los 9 m) y considerable escuadría para tratarse de madera aserrada, que se encontraba quebrada en su zona intermedia y, al apearse, había roto sucesivamente el tirante, forjado de planta y forjado sanitario.
Tras este estudio determinamos que era necesario sustituir todo el tablero de cubierta y en torno a un 50% de la estructura principal y de los canes de los aleros, debido bien a lesiones propias o a su apoyo sobre piezas dañadas. Como nota positiva, toda la estructura del sobrado de bajo cubierta se encontraba en buenas condiciones, por lo que era posible apoyar las piezas en esta zona de forma sencilla.
Concluido este periodo de estudio, durante el verano de 2018 fue posible arrancar con las obras, en esta ocasión, empezando la casa por el tejado.
Una vez retirado el tablero, originalmente conformado por correas de madera, techumbre de ramas y piezas de pequeñas dimensiones, capa de mortero de tierra y teja cerámica curva, se procedió a la retirada selectiva de las piezas definidas previamente y a la inspección de ámbitos hasta entonces invisibles, como los encuentros con las fábricas de fachada, con durmientes, pasadores y carreras de pequeñas dimensiones, en los que además se traban los canes.
Se aprovechó la ocasión, además, para racionalizar las distancias de entrevigado ya que, según cálculos, las secciones de muchas de las piezas originales resultaban demasiado escasas, mientras que el suplemento de la cubierta con una nueva pieza en cada entrevigado habría dado lugar a una estructura demasiado maciza. Así, se ha procurado establecer unos intervalos que permitan un uso racional de las escuadrías. Para ello, se han desplazado los pares originales cuando se ha estimado preciso, para ajustar el entrevigado con las piezas nuevas, permitiendo así un uso racional de las piezas, además de diferenciar las piezas originales de las repuestas.
Este modo de intervención, por otro lado, resulta aceptable teniendo en cuenta el carácter de arquitectura popular del edificio, sin un interés artístico. Nos interesa el sistema, el modo de construir, no la pieza en cuestión, por lo que estimamos que resultaba adecuado desde un punto de vista de restauración, el disponer la estructura de la manera en que mejor pudiese funcionar.
Las uniones entre elementos de madera se ejecutaron mediante ensambles tradicionales, en general boca de perro o media madera, asegurándolos mediante tornillos de acero de gran fuste, de modo que ha sido necesario recurrir a conectores metálicos más complejos.
Ante la complejidad para reproducir el tablero de cubierta original, se optó por reponerlo con la premisa de favorecer el contraste y diferenciación de las piezas originales de la cubierta, en tono más oscuro que las nuevas. Así, se ha dispuesto un tablero de tarima machihembrada de pino de 10 cm, sobre la que se colocó barrera de vapor, doble enrastrelado con aislamiento lana de roca, placa de fibrocemento y teja cerámica curva. Para la elección del material del tablero, tuvo especial relevancia la flexibilidad de la tarima. Esto resultó especialmente interesante ya que debía adaptarse a una geometría compleja e irregular, propia de la estructura tradicional que nos ocupa, con piezas de sección irregular y una colocación poco uniforme.
En cuanto a los aspectos compositivos, creíamos necesario mantener la memoria del estado de ruina por el que ha pasado el edificio. Por ello, y ante la necesidad de iluminar de forma natural la primera planta excesivamente sombría, ubicamos un conjunto de lucernarios en el ámbito desplomado de la cubierta.
Además de estas intervenciones, el Plan Director contempla próximas fases como la actuación sobre las fábricas de tapial en fachada, manteniendo de forma puntual el material deslavado, de nuevo como un recuerdo de la historia del edificio. Por otro lado, se eliminarán divisiones y se reabrirán huecos, de manera que pueda recuperarse una configuración del edificio lo más cercana posible a la original, con ámbitos diáfanos y espacios puntualmente cerrados, para albergar usos que precisen entornos más reducidos.
El mantenimiento de la estructura de madera ha permitido en este caso la posibilidad de llevar a cabo una rehabilitación de cubierta manteniendo aquellos elementos que aún resultaban funcionales, pero sobre todo manteniendo una forma de construir y, de alguna manera, una sabiduría y una herencia intrínseca a la arquitectura popular. Ese saber que ha dado forma durante siglos a nuestro entorno rural más próximo, un entorno que ahora necesita iniciativas que ayuden a mantenerlo vivo, a salvo del olvido.
La intención de la Fundación Los Tercios, promoviendo y financiando la obra, junto con aportaciones particulares de los vecinos, no es otra que acercar y aportar este patrimonio a la comunidad. Para tratar de potenciar este sentimiento de apropiación e involucrar a más personas en el proyecto, se han llevado a cabo sesiones de “Abierto por Obras”, durante las cuales los visitantes han podido comprobar de primera mano los avances de la obra e interesarse por el proyecto.
El objetivo de la conservación inmediata parece cumplido, aunque la utilización y puesta en marcha de Los Tercios requerirá de nuevas fuentes de financiación, públicas o privadas, que complementen la iniciativa de la Fundación y de los vecinos, permitiendo de esta manera la supervivencia de una parte esencial de la identidad local. Una identidad marcada, en este caso, por su agricultura, su economía y su buen hacer constructivo.
Accede al proyecto en la web: AQUÍ
Editores del post: Maderayconstruccion
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