ARQUITECTURAS VIVAS
A cada paso que damos aumenta nuestra consciencia sobre el impacto ambiental que causan nuestras intervenciones en el medio natural. Conseguir el equilibrio entre los valores naturales y culturales ha sido el punto de partida de distintas propuestas, pasadas y contemporáneas, que basan su experiencia en el medio vegetal. Una de las riquezas de utilizar elementos como la madera como material arquitectónico, es que manipulándolos de forma sencilla pueden llegar a originar importantes estructuras, pudiendo incluso llegar a ofrecernos la posibilidad de transformarlos para originar arquitecturas vivas, en continuo crecimiento y evolución.
Meghalaya, quinientos años de historia.
En ocasiones la fácil ejecución de las estructuras en madera viva permite dar solución en lugares donde la opción de tecnología sofisticada es inexistente. De este modo surgieron los puentes de Meghalaya en la India. Y es que en arquitectura, al igual que en otras disciplinas, la mirada al pasado siempre nos da pistas sobre cómo seguir avanzando.
Estas espectaculares infraestructuras surgieron para dar solución a los problemas de comunicación dentro del pequeño pueblo de Cherrapunji. Esta comunidad, a causa de las lluvias monzónicas, está considerada el lugar más húmedo del planeta. La dura climatología dificulta el tránsito en la zona, ya que las crecidas del río y las inundaciones son contantes. Para poder salvar las adversidades, hace 500 años, la tribu Khase desarrolló un sistema de puentes naturales más flexible y resistente que cualquier otro construido de modo convencional, que además de dar solución al problema, consigue integrarse en el paisaje como un elemento más.
Esta intervención consiste en el entrelazado de las ramas de los árboles situados a ambos lados del río. Como resultado, con el paso del tiempo, se acaba formando un único organismo vivo con una única estructura portante, que se va fortaleciendo hasta ser capaz de soportar grandes cargas.
La base del entramado se realiza a través del trenzado de las ramas de ficus elástica, (una variedad del caucho), que debido a la humedad crece abundantemente en la zona. Gracias a que la técnica se transmite de generación en generación, es posible continuar con el mantenimiento de estas infraestructuras y seguirlas disfrutando a día de hoy.
Baubotanik, “construcción botánica”.
Este proceso de formación de un único organismo a través de la unión de varias plantas, se denomina anastomosis, y es el que utilizaron los arquitectos alemanes Ferdinand Ludwin, Oliver Storz y Cornelius Hackenbracht para la construcción de una pasarela peatonal como experiencia resultante de su proyecto fin de carrera.
Estos fueron los orígenes del grupo de investigación Baubotanik, dedicado al desarrollo de la base teórica y científica de la arquitectura viva.
Su metodología consigue crear “árboles” planificados gracias a la combinación de los procesos de construcción y crecimiento natural.
Además de los beneficios de las estructuras convencionales de madera, estos nuevos sistemas fortalecen su estructura a través de la absorción del dióxido de carbono presente en la atmósfera, devolviéndolo al medio transformado en oxígeno.
El proyecto piloto creaba la pasarela a través de una estructura simple cuyos pilares estaban formados a partir de un conjunto de plantas que con el paso del tiempo irían creciendo para funcionar como un único elemento.
En esta experiencia inicial observaron que el crecimiento de las partes vivas no se producía de manera uniforme. Mientras que algunos grupos de haces utilizados para configurar los pilares tenían problemas para desarrollarse o directamente morían, otros crecían de forma vigorosa sustituyendo a los anteriores. Las causas eran lógicas, al aumentar el número de tejidos vivos, los árboles respondían expandiéndose para poder captar la luz necesaria para su desarrollo; esto provocaba el solape entre las distintas plantas que entraban en competición ante la escasez de recursos, finalmente algunas plantas se iban debilitando hasta no poder desarrollarse y morían.
Otra observación importante fue lo que pasaba en las uniones con elementos externos, ya que según se iba desarrollando, aumentaron considerablemente en grosor, provocando que con el paso del tiempo, los tubos de acero inoxidable fuesen embebidos por las propias plantas.
Los troncos y ramas de los árboles además de transportar agua a las hojas, sufren fuertes cargas mecánicas a causa del viento y la nieve ajustando su grosor, aumentando donde se producen mayores solicitaciones mecánicas o necesidades hidrológicas.
Teniendo en cuenta estos principios, diseñaron un sistema de crecimiento planificado. El objetivo parte de crear una estructura viviente, un único organismo generado por anastomosis mediante la suma de varias plantas a través de un sistema de red jerarquizada.
Una estructura en la que solo las plantas inferiores tienen sus raíces en el suelo, mientras que las nuevas se disponen encima mediante contenedores a modo de maceteros a los que se nutre externamente mediante riego automático. Según van creciendo, las raíces inferiores se expanden y buscan nutrientes adicionales hasta llegar al punto de convertirse en las fuentes principales de alimento de las pequeñas plantas. Gradualmente se puede suprimir el riego automático y cortar las pequeñas raíces; como consecuencia un nuevo organismo autónomo, vivo transformado gracias al proceso constructivo.
Este sistema ha sido el utilizado en la torre Baubotanik o el Plane-Tree-Cube.
Vivienda viva, del experimento a la habitación.
Fab Tree Hab es una propuesta de casa viva ecológica presentada por el arquitecto Mitchel Joachim en colaboración con Javier Arbona y Lara Greden.
La pretensión de este modelo experimental de arquitectura viva es dar una solución alternativa y ecológica al proceso constructivo asegurándose de que todos sus materiales tengan un bajo impacto en el medio ambiente y no desprendan elementos tóxicos.
Para ello, se plantea una casa cuya estructura principal está formada por varios árboles de la misma familia. La idea es que con el paso del tiempo se injerten unos con otros.
Inicialmente una estructura artificial utiliza una base de andamios, que servirán de guía para los troncos del árbol, y formarán la estructura de la casa en forma de arco. Cuando esta esté consolidada, el andamio podrá retirarse.
Los injertos entre ramas formarán las paredes y tejados a los que se añadiría arcilla térmica y paja. Interiormente se remataría con yeso y los huecos se materializarían mediante ventanas de bioplástico transparente realizado con soja.
Los sistemas de recogida de aguas pluviales, el sistema de regulación térmica mediante la ventilación en niveles y la sombra del propio árbol, la instalación de placas solares y un plan de reciclaje mediante compostaje hacen de este proyecto un modelo autosuficiente, pensado con la finalidad de crear comunidades ecológicas.
Otras investigaciones similares han surgido en los últimos años, como el grupo de investigación Genetic Architectures Offices, nacido en Barcelona, que aplica los avances de la genética al mundo de la arquitectura. Así surgen proyectos de investigación como los de “software” de ADN natural, que buscan el desarrollo de células vivas como materiales de construcción, para conseguir una arquitectura 100% ecológica, reciclable, sostenible y con un máximo ahorro energético en el proceso constructivo.
Aunque estamos en las etapas iniciales de un proceso que requiere investigación y experimentación, la historia nos demuestra que arquitectura y vegetación siempre han estado vinculadas. La cada vez más urgente necesidad de solucionar el impacto medioambiental de la construcción, ha ido apremiando la aparición de propuestas innovadoras que trabajan intensamente para alcanzar un futuro arquitectónico 100% sostenible, por el que debemos apostar y en el que hay que aprovechar cualquier oportunidad de mejora.
Editores del post: Maderayconstruccion
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